Apareció en la esquina de la pantalla en películas como Moneyball (2011), La noche más oscura (2012) y Her (2013) mientras ejercía de gordito gracioso en la teleserie Parks and Recreation. Pero entonces, Chris Pratt fue escogido para encarnar a Peter Quill, alias Star-Lord, protagonista de Guardianes de la Galaxia (2014), y le cambió la vida. Pronto lo veremos en la primera parte de Vengadores: La guerra del infinito y al frente de la secuela de Jurassic World. James Gunn asegura que Guardianes de la Galaxia es una saga sobre inadaptados creada por otro inadaptado: él mismo.

- ¿Y usted? ¿También se considera un ‘outsider’?

-Desde luego. Cuando llegué a Hollywood era un extraño en tierra extraña. No conocía a nadie. Era un palurdo de pueblo y no tenía ni idea de cómo abrirme camino. Pasé mucho tiempo perdido, y he tenido que pelear con uñas y dientes cada paso que daba en mi carrera.

-En los últimos años ha pasado de ser un secundario a convertirse en una estrella. ¿Cómo explica la evolución?

-La carrera de un intérprete en buena medida depende de su aspecto externo. En cierto sentido, los actores somos como jarrones. Es triste, pero es así. Y durante muchos años mi aspecto externo era una birria. Me sobraban demasiados kilos, y no me sentía a gusto conmigo mismo. Y esa incomodidad era evidente cada vez que intentaba conseguir un papel. Dicho esto, sé que la presión por el aspecto físico es mucho más asfixiante para las actrices. Francamente, no sé cómo lo soportan.

-En el proceso, ha transitado de la comedia al cine de acción. ¿Qué le ha costado más del cambio?

-El caso es que mi gran habilidad siempre ha sido la comedia. En los rodajes solía incluir chistes improvisados en las escenas, y eso fastidiaba a los directores, pero lo cierto es que luego los chistes entraban en la película. Me acostumbré a ser el tipo ocurrente que en cuanto se pone frente a la cámara hace el payaso. Cuando empecé a rodar la primera entrega de Guardianes, James [Gunn] estaba enfadadísimo conmigo. Me decía: ‘¿Puedes dejar de tomarte el guion a broma y empezar a hacer tu trabajo?’. Gracias a él me puse las pilas.

-¿Se ha acostumbrado a la exposición pública que la fama conlleva?

-Creo que muchos de mis colegas exageran cuando se quejan de la pérdida de anonimato. Quizá es que yo soy un tipo naturalmente optimista. Cada mañana me levanto dando gracias a Dios. Cuando me ganaba la vida como actor secundario también me sentía feliz. Pero no voy a negar que es fantástico no tener que revisar las facturas. Y si el precio a pagar es hacerse unas fotos con los fans y firmar unos autógrafos, bienvenido sea.

-En parte, ‘Guardianes de la Galaxia Vol. 2’ habla de lo importante que es mantener el ego bajo control. ¿Cómo lo logra usted?

-He conocido a mucha gente ególatra y he aprendido de sus errores, y además mis amigos y mi familia nunca pierden la ocasión de darme una colleja cuando se me suben los humos. En este negocio hay mucho cretino, pero no más que en otros. La fama no te convierte en un cretino, pero sí puede despertar al cretino que algunos llevan dentro. Y yo no creo tener ese problema. Aunque, ojo, quizá me equivoque.