Hace 50 años, un libro sobre la Inquisición española evocó a Milos Forman los horrores del nazismo y del comunismo que vivió de cerca en su Checoslovaquia natal. Transcurrieron aún 30 años --y una visita al Museo del Prado, donde quedó fascinado por la obra de Francisco de Goya-- hasta que el realizador de Amadeus perfiló una película sobre los abusos que se cometen en nombre de la libertad. Y se sirvió de la mirada del pintor aragonés y de una época (1792-1812) en la que en España corría la sangre por una lucha fratricida entre el absolutismo y la ilustración.

"Los horrores se repiten sin piedad y nunca aprendemos la lección", dijo ayer el realizador durante su visita a Madrid para presentar Los fantasmas de Goya, que se estrena el viernes. Con este filme, el número 15, retoma su carrera tras seis años alejado de la dirección.

Con la colaboración del guionista Jean-Claude Carri¨re, colaborador de Luis Buñuel, Forman ha querido trasladar a la pantalla una reflexión sobre los efectos del fanatismo y de su enfrentamiento con el liberalismo. Pero también, según Carri¨re, del "peligro de intentar imponer por la fuerza la libertad y lo que llamamos democracia".

IGUAL QUE EN IRAK

Para mostrar su actualidad, Forman recuerda que el Napoleón de ficción afirma en un momento del filme que los soldados que ha enviado a España "serán recibidos con flores, como liberadores", frase que fue pronunciada por el vicepresidente estadounidense Dick Cheney en vísperas de declarar la guerra a Irak.

Rodada en inglés y en escenarios naturales de Veruela, Madrid, Aranjuez y Segovia, la película cuenta con un reparto internacional que encabezan Javier Bardem y Natalie Portman y en el que figuran Michael Lonsdale, José Luis Gómez, Blanca Portillo, Randy Quaid y el sueco Stellan Skarsgard como Goya.

A sus 74 años, con dos oscars por Alguien voló sobre el nido del cuco (1975) y Amadeus (1984), el director dice que está "nervioso" por si el público español le considera "un invasor de su cultura". Para conjurar ese peligro, Forman y el productor Saul Zaentz (El paciente inglés) han contado con el director de fotografía Javier Aguirresarobe y, sobre todo, con Javier Bardem.

El actor encarna al hermano Lorenzo, brazo ejecutor de la Inquisición, que elige a Inés (Portman), hija del liberal Bilbatúa (José Luis Gómez) como culpable de un delito que no ha cometido. Los tiempos cambian y el temido fraile se hace ferviente defensor de los ilustrados franceses que acaban de invadir España. En conversación telefónica desde Colombia, donde rueda El amor en tiempos del cólera, Bardem dice que el suyo es un personaje "complejo" al que no se puede poner la "etiqueta de malo o tirano"; y muy actual, apunta el actor. "Para interpretarlo --explica--, he examinado las razones que empujan a las personas a realizar actos más allá de la lógica". Es la época de la "idea única, del totalitarismo por imposición de Dios o de Alá. Hoy también se bombardea en nombre de estos y en nombre de las libertades, y se piensa poco en los que les caen las bombas", añade.

Un guión que es un "buen mosaico" de una parte de la historia de España y un director de "obras maestras" fueron las razones que llevaron al actor a aceptar el proyecto, aunque reconoce que inicialmente le sorprendió no ser Goya.