La buena racha de John Carpenter no acabó realmente con Están vivos: aquí queda esta pequeña perla de mediados de los años 90, a la que quizá se atendió poco en su momento porque el terror no estaba de moda entonces. Sam Neill se adentra en un paisaje lovecraftiano mientras busca a un escritor de best-sellers de terror a imagen y semejanza de Stephen King, que ha desaparecido sin dejar rastro. Por el camino, Carpenter demuestra habilidad para crear máximo terror con mimbres mínimos: por ejemplo, un señor mayor y una bicicleta. Una de las películas más destacadas del género fantástico de los últimos tiempos.