El cine puede ser entretenimiento, diversión, evasión, pero también una oportunidad para comprometerse con los problemas que azotan nuestra sociedad. Las galas de premios tienen también la capacidad para convertirse en el momento perfecto para poner de manifiesto algunas de las luchas que el sector audiovisual lleva tiempo reivindicando. ¿Qué cuestiones preocupan al cine español?

El límite del humor: Fue uno de los leit motivs que articularon las apariciones de los presentadores Silvia Abril y Andreu Buenfuente. La frase con la que culminaron la ceremonia no dejó de convertirse en toda una declaración de intenciones. «¿Por qué no dejamos al humor tranquilo?» Fue su forma de enfrentarse a la ola de puritanismo que recorre el pensamiento crítico en los últimos tiempos. ¿Hemos perdido la capacidad de reírnos de nosotros? Se puede hablar de temas delicados si se hace de la manera adecuada y en ese sentido se arriesgaron a utilizar el sarcasmo como arma contra el conformismo de la clase política y la propia industria del cine.

La política: Nadie se libró de los dardos de los maestros de ceremonia, ni la izquierda ni la derecha, tampoco el procés a través de una imitación de Puigdemont presentando el premio a la mejor película extranjera, ni la cúpula de Podemos con sus enfrentamientos, ni Pedro Sánchez y su ausencia por estar en un mitin. Pablo Echenique tuvo que encajar la broma más al límite, pero el protagonista encubierto fue Vox, erigido ya como el nuevo azote del cine español. El discurso de Arantxa Echevarría estuvo dedicado a la ideología del partido al hablar de «aquellos que no permiten amar lo diferente ni ponerse en la piel del distinto».

La diferencia: A lo largo de la ceremonia se habló de los márgenes, de la exclusión, de las minorías raciales, de lucha LGTBI, pero el momento más emocionante lo protagonizó Jesús Vidal al recoger su Goya. Sin duda, fue uno de los discursos más memorables de toda la historia de los premios por su conjunción de verdad, sentimiento y capacidad reivindicativa.

La hora de las mujeres: En esta edición se alcanzó algún que otro hito, como que en la categoría de mejor dirección novel encontráramos un porcentaje mayor de mujeres que de hombres. También hubo abanicos rojos, esta vez contra la violencia machista y, lo más importante, todas las premiadas se mojaron y demostraron un compromiso a prueba de bombas.