Luis Antonio de Villena (Madrid, 1951) ha hecho un alto en su tarea de poeta, narrador y ensayista para explorar un itinerario "personal, sublime y canalla" de Madrid. El libro, editado por Península, no es una guía de la ciudad sino una "vivencia", un fresco de rincones, personas, acontecimientos que ayudará a propios y foráneos a entender mejor la ciudad y a no mirarla como si bajo su asfalto se escondieran todos los demonios del centralismo.

Luis Antonio de Villena es hijo y nieto de madrileños, algo rarísimo. Conoce muy bien la ciudad y como buen madrileño --sea de cuna o de adopción-- sabe que es "poliédrica o caleidoscópica".

Esta ciudad de aluvión está poblada ahora también por magrebís, europeos del este, chinos y subsaharianos que la defienden como propia. Eso le otorga una de sus mejores virtudes, ser "una ciudad donde no importa de donde seas".

Tampoco hay madrileñismo en su texto. De Villena dedica el libro a su abuela Fermina, nacida en 1885, que se sabía de memoria las zarzuelas castizas, pese a lo cual siempre le dijo a su nieto: "Los madrileños nunca han hablado de esa manera".

DE LOS CAFES A LA MOVIDA

De Villena introduce al lector en los antiguos cafés, lugares de tertulia de literatos e intelectuales de finales del XIX y del XX, hasta llegar a los iconos de la movida de los 80.

El poeta no se atreve a señalar el mejor momento de la historia de Madrid pero sí lo que fue nefasto: los años en que la alcaldía la ocupó el PP, especialmente, José María Alvarez del Manzano. Sin depositar muchas esperanzas en su sucesor, el escritor sentencia que a Madrid, "ahora le falta un estirón de vitalidad y una nueva etapa de libertad".