En todas las historias de Tennesse Williams se suda. Porque suelen ambientarse en la zona del Misisipi y porque sus personajes se encuentran consumidos por el deseo, la impotencia y la rabia. Pero esta película contribuyó a incrustar en el imaginario colectivo la imagen de la masculinidad rotunda y animal gracias a un apoteósico Marlon Brando con camiseta imperio (o torso desnudo) bañado en sudor. Esta iconografía sería más tarde reproducida en películas homoeróticas como el Querelle de Fassbinder.