No todos los macrofestivales de música pueden alegrarse de los resultados obtenidos este verano, pero el sector mantiene buena salud como demuestran las cifras de asistencia registradas en la mayor parte de las citas musicales españolas. El público ha respondido de forma desigual a la amplia oferta de festivales. Los líderes este año han sido el Arenal Sound de Burriana (Castellón), de nuevo con unos 300.000 jóvenes que casi a ciegas respecto al cartel agotaron todo el aforo cuatro meses antes, y el electrónico Medusa Sunbeach de Cullera (Valencia), por primera vez en la posición reina al pasar de 300.000 a 315.000 visitantes al contar con más escenarios.

Entre los festivales que han perdido asistentes destacan los gigantes Mad Cool, FIB y Sónar. Los tres han registrado un descenso, aunque peor le ha ido al Doctor Music que tuvo que cancelar tras cambiar Escalarre (Pallars Sobirà) por Montmeló. El escenario inicialmente previsto donde se había realizado el festival en los años 90 no pudo utilizarse tras informes desfavorables de la Agencia Catalana de l'Aigua (ACA) por el riesgo de inundación en caso de lluvia intensa.

Los organizadores del Sónar también se vieron perjudicados por causas externas. La primera, el traslado forzoso de fechas. La segunda, la huelga de montadores en Fira de Barcelona, cuyos recintos albergan el festival, que bajó de 126.000 asistentes a 105.000.

El FIB, otrora emblema de los macrofestivales en España, tuvo un descenso mayor: de 170.000 asistentes cayó a 114.000. En la próxima edición espera el desembarco de nuevos propietarios, los responsables de Arenal Sound. Y en Madrid el Mad Cool, pasó de 240.000 personas en el 2018 a 186.000 este año, con un día más concebido como prefiesta y Rosalía como cabeza de cartel.

Pero no todas las cifras son negativas. "Este verano ha quedado clara la fortaleza del sector", opina Albert Salmerón, presidente de la Asociación de Promotores Musicales (APM). "Definitivamente es un mercado estable, pero no estático. Nuestro campo es la innovación, la creatividad y el arte, y eso siempre conlleva cierto riesgo".

De los 20 principales festivales once ganaron público, seis lo perdieron y tres se mantuvieron respecto del año anterior. El último es el caso del Primavera Sound, que igualó su mejor registro, el del 2018: 220.000 personas, pero con una jornada récord en la que cobijó a 63.000 espectadores.

LOS MÁS SEGUIDOS

En asistencia tras el Arenal Sound de Burriana y el Medusa Sunbeach de Cullera, también mejoraron sus cifras notablemente el Viña Rock de Villarobledo (Albacete) al pasar de 210.000 a 240.000 personas. También fue ascendente el signo del almeriense Dreambeach Villaricos, que pasó de 155.000 a 160.000 asistentes; el malagueño Weekend Beach, de 140.000 a 150.000; el gaditano Cabo de Plata, de 115.000 a 132.000, y el Sonorama de Aranda de Duero, de 100.000 a 110.000.

También el Resurrection de Viveiro (Lugo), cuyo hard rock reclutó a 102.000 personas (81.350 en el 2018), así como el madrileño A Summer Story (de 80.000 a 100.000), O Son Do Camiño en Santiago de Compostela (de 84.000 a 100.000), el murciano Warm Up Levante (de 70.000 a 80.000). El barcelonés Cruïlla con Kylie Minogue en cartel creció de pasando de 57.000 a 75.000 espectadores, contando este año con una jornada más. Y la cita del heavy Rockfest, en Santa Coma de Gramenet, registró otra subida: de 75.000 espectadores pasó a 80.300.

Por otra parte, el Rototom Sunsplash de Benicàssim, se quedó muy cerca del registro anterior (de 208.000 a 202.000), mientras que el Low de Benidorm (Alicante) replicó su tope de asistencia (75.000).

INSEGURIDAD JURÍDICA

El 'festival de la vaca', cuyo retorno al Pirineo ilerdense llevaba gestándose desde hacía años, fue además un caso paradigmático de otro enemigo con el que, según sus organizadores, se encontraron (y se encuentran habitualmente los eventos musicales): las instituciones públicas. "La APM pide a las administraciones una mayor sensibilidad con los festivales de música", reclamó la agrupación, preocupada por la "inseguridad jurídica" tras las situaciones vividas por Doctor Music y Sónar.

Sónar 2019 fue realidad gracias solo a una resolución judicial que prohibía paralizar las labores de montaje de sus instalaciones que estaban realizando terceras empresas desde que los trabajadores que debían hacerlas inicialmente se declararan en huelga. "Los últimos diez días han sido extremadamente difíciles y nos hemos sentido muy solos", reconoció Sergio Caballero, codirector de este veterano y emblemático festival.