Si una palabra define la filosofía con que Madonna se enfrenta a su carrera es la que bautiza su última gira: Reinvention . La antes Material girl es ya una mujer de 45 años, pero sigue alimentando su capacidad de provocar con energía juvenil y es que ofrece lo que se le pide, o sea, música y provocación. Lo demostró el lunes en Los Angeles, donde ofreció el primero de los 39 conciertos anunciados. De momento, nada se sabe de España. Hubo piezas viejas y nuevas, sensualidad, espiritualidad, contorsionismos más propios de una carpa de circo que de un escenario y, también, tintes bélicos. Es innegable que Madonna sabe cómo dar guerra.

Para presentarse ante los miles de admiradores que llenaban The Forum y que pagaron hasta 200 dólares por entrada Madonna lució un corsé con incrustaciones de pedrería. Pero tardó poco en cambiarlo por la vestimenta de combate. Con ella acometió American life , la canción que dio título a su último disco, del que en un año ha vendido sólo 636.000 unidades.

Si cuando presentó el vídeo de esa canción el año pasado tuvo que moderarlo por unas referencias que se consideraron antipatrióticas en EEUU, el primer concierto de esta gira demostró que Madonna se da el lujo de mostrar lo que quiere: bailarines transformados en soldados, sonido de bombas como introducción e imágenes simulando helicópteros y ráfagas de disparos.

Las proyecciones también acompañaron su revisión del Imagine de John Lennon, que provocó el delirio. Y las imágenes de un niño palestino caminando del brazo de otro niño israelí fueron toda una declaración de deseos de paz en un conflicto que, precisamente, le ha obligado a suspender una parte de su gira: la que le iba a llevar a Israel.

Su manager ha atribuido la decisión de anular los tres conciertos allí a la violencia en la zona y a la tensa situación tras los asesinatos de líderes de Hamás. Los tabloides sumaron a las causas las supuestas amenazas que un desconocido grupo palestino habría hecho a la cantante y a sus hijos, aunque ella las ha negado.