"Estamos felices de volver a esta ciudad, donde siempre nos han tratado con muchísimo cariño". Con estas palabras se presentaron Javier y Pedro, o lo que es lo mismo, Los Pecos, en el concierto patrocinado por Cadena Dial que anoche ofrecieron en un abarrotadísimo pabellón Príncipe Felipe a las 22.30 horas. Pero la fiesta ya había comenzado mucho antes, a las 22 horas, cuando dos invitados muy especiales interpretaron tres temas cada uno e hicieron que el pabellón entrase en ambiente.

Y es que esos teloneros también eran de los que llenan recintos y mueven masas: el triunfito Manu Tenorio (que por la tarde estuvo firmando discos en Carrefour) y el grupo Guaraná, cuya breve pero a la vez intensa actuación sirvió de prolegómeno del verdadero plato fuerte de la noche, Los Pecos. Poco a poco, el pabellón fue in crescendo hasta convertirse en una verdadera fiesta. Cuando tras la actuación de Guaraná (la segunda) subieron al escenario Los Pecos, el pabellón se vino abajo entre vítores y piropos a sus dos componentes, que demostraron cómo su voz sigue siendo tan melódica como hace veinte años, y que pudieron observar cómo, aunque parezca un tópico, la música no tiene barreras y cala por igual en sus coetáneos y en las generaciones más actuales.

Y es que entre el público había tal heterogeneidad que resultaba imposible vaticinar, sin conocerlo de antemano, qué grupo iba a actuar. Niños, jóvenes y no tan jóvenes se entremezclaban por todo el pabellón. Y aunque muchos de los asistentes todavía no habían nacido cuando Los Pecos comenzaron su andadura musical, hace ya veinticinco años, el caso es que coreaban a pleno pulmón todos sus temas, haciendo dura competencia a los y las fans que les vieron nacer, crecer y alcanzar la fama.

Sea como fuere, el caso es que el concierto de anoche, en honor a la verdad, fue un verdadero lujazo. Sólo ver cómo un hito musical español vuelve a los escenarios ya es toda una fiesta. Pero que toquen en Zaragoza y revienten el pabellón, más aún. Porque Los Pecos no sólo inundaron de ese espíritu ochentero el Príncipe Felipe, sino que demostraron que son como los vinos, que mejoran con los años.