Parece que este año es imposible escribir una crónica de Pirineos Sur sin hacer referencia a la lluvia. Llovió el viernes en el Auditorio Natural del pantano de Lanuza, sí, aunque suavemente, para dar paso en la segunda parte de la velada a una noche casi estrellada y con una temperatura estupenda. Forma parte de la magia del festival. La misma que desplegó el espectáculo Desert Blues, durante una hora y media, y la que dibujó, después, la Orchestra Baobab, para cerrar la cita musical. La primera, por cierto, del programa especial que Pirineos Sur dedica en su decimotercera edición a las músicas de los países del Sahel.

Desert Blues es una atractiva propuesta sonora y escénica en la que intervinieron el grupo tuareg Tartit, y los cantantes y guitarristas Habib Koité y Afel Bocoum, músico que fue de Alí Farka Touré. Las ofertas individuales de Tartit, Koité y Bocoum difieren entre sí, aunque los tres sean de Malí, pero en Desert Blues todas sus músicas se mezclaron en beneficio de un espectáculo de gran ritmo interno y de hipnótica resolución.

ACTUACIONES ENHEBRADAS

Las actuaciones individuales se enhebraron con las colectivas sin solución de continuidad, creando un envolvente flujo sonoro en el que el que las melodías circulares del blues de Tombuctú de Bocoum engarzaban con las voces casi árabes y los bailes de Tartit y las pulsaciones más transculturadas de Koité. Si esto es el blues del desierto, que me pongan un par de dunas.

La Orchestra Baobab, de Dakar (Senegal) se ocupó de la segunda parte de la noche. La Baobab, formación creada en los años 70 y que ha pasado por un largo periodo de hibernación, es un ejemplo solvente del cruce de ritmos africanos (no sólo de Senegal, pues también se adentra en pulsaciones caboverdianas, por ejemplo) con agitaciones afrocubanas.

El viernes vimos y escuchamos a una Orchestra Baobab algo más comedida que en otras ocasiones, prescindiendo de algunos desarrollos guitarreros que le otorgan curiosos toques psicodélicos, pero esa formalidad no restó calidad y calidez a su concierto. Cuando éste empezó, la asistencia en Lanuza ya superaba las 2.000 personas. Bonita noche, sí señor.