Todas las quinielas apuntaban a ella y, efectivamente, el jurado le otorgó el máximo galardón. Verano 1993, la película más completa, tierna, luminosa y emocionante vista en Málaga, conquistó la Biznaga de oro, que se suma a los premios que ya obtuvo en Berlín: el del público y mejor ópera prima. Semejante respaldo festivalero nacional e internacional implica dos cosas. La primera, que estamos delante de una de las películas imprescindibles del 2017 (se estrena en junio). La segunda, que la debutante Carla Simón es una cineasta a tener en cuenta.

Verano 1993 cuenta un capítulo de la vida de la joven directora: cómo sus tíos maternos la adoptaron en 1993, cuando ella tenía seis años y acababa de perder a su madre, víctima del sida, la misma enfermedad que había matado a su padre tres años antes. Lejos de ser un melodrama de emociones baratas, el filme muestra con absoluta naturalidad cómo la pequeña quiere encontrar un hueco en su nueva familia y cómo los tíos tratan de acoplarse a una hija que no han parido.

CINE CUBANO Y COLOMBIANO

Por primera vez en sus 20 años de historia, el certamen de Málaga ya no se llama festival de cine español sino «en español». Qué curioso que haya sido una cinta catalana la ganadora. En todo caso, la etiqueta significa que la organización ha abierto su sección oficial a concurso a la industria latinoamericana y ha decidido otorgar dos Biznagas de oro. Una a la industria local y otra a las latinas. El jurado concedió esta a Últimos días en la Habana, brillante y nada complaciente filme sobre el desencanto de los cubanos dirigida por Fernando Pérez.

Mientras, el mejor director que ha desfilado por el festival de Málaga es, según el veredicto del jurado, Víctor Gaviria, que vuelve a mostrarnos las miserias de su país natal (Colombia) en La mujer del animal, que narra el secuestro y maltrato de una muchacha. Los golpes, las violaciones y las humillaciones son tan explícitas que la película -basada en hechos reales- resulta excesiva en todo. Dolorosa y casi imposible para el espectador.

El palmarés del certamen -repartido, proporcionado y justo- también reconoció el poderío interpretativo de la actriz Nathalie Poza en No sé decir adiós, excelente drama sobre cómo afrontamos la muerte. A pesar de la dureza del tema, el filme está narrado con una exquisita sutileza. El guion es excelente (se llevó la Biznaga en su categoría y también el premio especial), pero lo que convierte la película en un peliculón son sus tres protagonistas: Juan Diego (que se llevó el premio al mejor actor de reparto), Lola Dueñas y, por supuesto, Nathalie Poza.

La Biznaga a la mejor interpretación masculina protagonista recayó en Leonardo Sbaraglia, que presentó dos películas a concurso (Nieve negra y El otro hermano, por la que fue reconocido con el galardón) además de recibir el premio-homenaje Malaga-SUR. Su papel en El otro hermano -filme sobre la corrupción dirigido por Adrián Caetano- pone los pelos de punta. Es, de hecho, lo mejor de la cinta, donde da vida al villano, un capo local, un tipo repulsivo con más sarro en el alma que en los dientes (y tiene kilos).

Mientras, la película más divertida, refrescante y subversiva del festival, Selfie, de Víctor García León, conquistó el premio de la crítica y, además, una mención especial del jurado oficial.