La Malteadora abrió sus puertas en septiembre de 2019 y, como algún otro, sufrió los efectos de la pandemia antes de encontrar su velocidad de crucero. Diseñada como brewpub, es decir bar y fábrica de cerveza artesana, durante su año y medio de vida ha tenido que adaptarse a una cambiante realidad. Pero, a pesar de todo, ha encontrado su propio camino.

La instalación de la terraza en la calzada de la calle, una de las primeras de la ciudad con la normativa covid, le ayudó a superar los tiempos más duros y hoy, todavía sin cenas, se ha convertido en un aliciente más de la zona, dado el servicio y la tranquilidad de la calle en que se encuentra.

De la mano de su maestro cervecero, José Ángel Mallén, La Malteadora ha consolidado un catálogo de cervezas propias, elaboradas allí mismo, que abarcan un amplio abanico, desde la Lilya, quizá la más popular, una golden ale, hasta la más intensa Perolis, pasando por la de trigo, la Aragonesian Pale Ale o la IPA Golden State. Cervezas propias que van evolucionando según lo hacen sus clientes.

Con un amplio espacio de 600 metros en el interior, las distancias interpersonales están garantizadas en estos tiempos, especialmente a la hora de comer. Las propuestas podrían definirse como comida de taberna, sin complicaciones, bien elaboradas y diseñadas para ser disfrutadas con las cervezas de la casa. Su jefe de cocina, Luis Suárez, siempre en un discreto segundo plano, trabaja para satisfacer al cliente, sin florituras y con raciones muy generosas.

Entre sus sugerencias de brasa, destaca el Codillo de cerdo a la cerveza con chucrut casero, muy logrado, y unas estupendas salchichas, bratwurst y bockwurst. Presumen también de su especiado Pollo Malteadora, de corral, asado, que tiene gran demanda en su servicio a domicilio.

Complementa la carta, además del picoteo -croquetas, torrezno, nachos, cariocas, etc.-, diversos sándwiches y tacos, además de un amplio surtido de hamburguesas, siempre a la brasa, sin olvidar sus huevos rotos ecológicos de corral. Suficiente el apartado dulce, con un inevitable Brownie de cerveza negra y chocolate, además de la ya tarta de queso.

Desde sus orígenes pensaron en un servicio de comida para llevar, que se ha convertido en imprescindible, aunque también es posible, en condiciones normales, recoger allí mismo la comida y, por supuesto, la cerveza.

Dotado de un amplio escenario, también entraban en los planes iniciales la celebración de conciertos, presentaciones y diferentes eventos. Manteniendo las restricciones de seguridad, cuenta con la presencia de dj’s, especialmente a la hora del vermut los fines de semana y han presentado incluso libros.

Aunque todavía no han podido manifestarse en todo su esplendor, estos duros meses han servido también para que la cervecería La Malteadora se encuentre a sí misma, atraiga a aficionados a la cerveza artesana -dispone de decenas de grifos diferentes que lo convierte en un gran atractivo- y consolide sus especialidades culinarias, en un ambiente relajado y tranquilo. Al menos de momento.