Título: ‘Los Mann’

Autor: Tilmann Lahme

Editorial: Navona

Traducción: Joan Fontcuberta i Gel

Pertenece sin duda el escritor alemán y Premio Nobel de Literatura Thomas Mann al grupo de autores que se ama o se odia, sin término medio posible. Su obra, con cumbres como La muerte en Venecia o La montaña mágica es siempre universal, a menudo monumental, con frecuencia prolija, y casi siempre reñida con una lectura distendida o fácil, pero su solidez es tal que ahí siguen sus obras maestras, como pirámides literarias del siglo XX, resistiendo el paso del tiempo.

El sello Navona acaba de publicar un interesante ensayo sobre la vida de Mann en el contexto de su devenir familiar.

Los Mann, historia de una familia, de Tilmann Lahme, es un ensayo muy ambicioso y documentado sobre las personas que, rodeando íntimamente al genio, llegaron a ser, además de familiares suyos (o, más exactamente, pese a ello) personajes públicos de gran relevancia y notable originalidad.

Klaus Mann, para empezar por el primogénito, fue asimismo un escritor notable. Muy precoz, comenzó a publicar ensayos y novelas a los veinte años, convirtiéndose en un símbolo generacional y en una leyenda. Junto con su hermana Erika dio varias veces la vuelta al mundo, viajando de una manera alocada pero también productiva, porque les daba para coleccionar países, amantes y experiencias.

Entre ellas, el consumo de drogas, que en el caso de Klaus llegaría a írsele de las manos, precisando tratamiento psiquiátrico para combatir su adicción a la cocaína, heroína, o al opio que había fumado, por ejemplo, con André Gide.

El mismo psiquiatra, Eric Katzenstein, trató a sus hermanos Golo y Erika. Golo estaba conforme con su condición de homosexual, mientras sus hermanos jugaban a la bisexualidad, a menudo compartiendo amantes.

La tendencia homosexual del padre, muy clara según el biógrafo, debió abrirse camino entre los tabúes de la sociedad muniquesa de los años treinta y las censuras de su propia familia.

Su esposa y matriarca, Katia, madre de sus seis hijos, fue siempre especialmente comprensiva con él, tolerando los amores, a menudo idílicos, de su marido con apuestos jóvenes, en más de una ocasión amigos y tal vez amantes de sus propios hijos/as.

Mann padre nunca hizo alarde ni renuncia de su sexualidad, limitándose a solicitar tolerancia, la misma que exigía a unas ideas políticas que en su país se estaban despeñando por las cascadas del nacionalsocialismo.

Pese al ascenso de Hitler, los medio judíos (como los llamaba Himmler) Mann no se arredraron. Erika ridiculizó a las SS en su espectáculo de cabaret político y burlesco, El Molinillo de Pimienta, y Klaus combatió el nazismo con su revista Sammlung, donde colaboraron Joseph Roth, Hemingway, Stefan Zweig, Herman Hesse...

A raíz de que Roosevelt recibiera en la Casa Blanca a Einstein y a Thoman Mann como símbolos de la Alemania democrática, la familia Mann se planteó el exilio en Estados Unidos. Allí encontrarían un nuevo lugar donde seguir creando y viviendo, que para ellos siempre fue lo mismo.