Gnomos de todos los tamaños que perecen salidos de un cuento de hadas. Conchas de paua (Nueva Zelanda) convertidas en pendientes y en colgantes. Plata y esmaltes que se funden en brillantes anillos y pulseras. Troncos de árboles que se utilizan como lámparas... Y así hasta cien tipos de artículos artesanos que desde ayer y hasta el próximo día 12 se pueden ver en la XXI Feria de Artesanía Aragonesa.

Un total de 94 especialistas españoles y cuatro más venidos de países como Portugal, Argentina, Marruecos y Nueva Zelanda se dan cita estos días en la Sala Multiusos del Auditorio de la ciudad. Con un horario de mañana y tarde (de 11 a 14 horas y de 17 a 21 horas), que no varía ningún día, esta muestra se presenta ante el público aragonés como una oportunidad de conocer de cerca un mundo en el que la imaginación, la tradición y el trabajo minucioso dan lugar a creaciones únicas.

Cada stand de esta feria tiene su historia y con ella, cierta magia. José Miguel Delgado es un artesano que juega con la madera para crear piezas de decoración infantil. Veterano de la feria, participó en ella por primera vez hace diez años, en su taller Rompecabezas , es normal que los caballitos de mar y los hipopótamos, unos rosas y otros azules, se conviertan en pequeños percheros. Cuando no se parten para dar lugar a piezas de rompecabezas o puzzles.

Elvira Royo, sin embargo, prefiere el cristal y el vidrio para su trabajo diario. Esta joven zaragozana, primeriza en la feria, deja volar su imaginación para que los colores más llamativos dibujen en sus espejos estrellas, flores o formas geométricas. Los más pequeños son los de mano y cuestan 2,50 euros y los más grandes pueden llegar a los 110.

Pero ella no es la única novata. Pilar Martín, también de Zaragoza, ha traído hasta la ciudad la artesanía típica de Nueva Zelanda. Hace año y medio se fue a vivir este país y allí descubrió la belleza de la concha de paua. Ella se encarga de cortarlas y darles forma para que se transformen en originales pendientes, colgantes o pulseras. El precio medio de sus creaciones oscila los 12 euros y se pueden encontrar en el puesto llamado Pacific creations .

Jorge Goddio también elabora joyas. Pero su talento se mide frente a frente con la plata y las piedras naturales de su tierra, con la que realiza incrustaciones en las piezas que diseña. Para él, cada piedra tiene una leyenda. La turquesa, por ejemplo, protege a aquellos que la llevan. "Nuestros antepasados guerreros la llevaban incrustada en sus armaduras para que les diera fuerza y les protegiera frente al enemigo", cuenta este artesano cuyo stand se llama Platería urbana .

Cuero, plata, madera, piedras, telas, cera, cartón, alambres, cerámica... No hay nada que se escape a las manos de estos artesanos que viven entregados a una pasión. Una pasión que comparten con el público ya que, estos días, se van a realizar diferentes talleres en los que el especialista trabajará en directo. Aquellos visitantes atrevidos podrán participar en ellos.

Queda por delante toda una semana en la que el consumo y el derroche están permitidos. No todos los días se pueden comprar objetos realizados por manos artesanas. Unas manos que garantizan calidad y originalidad pero, sobre todo, mimo y cariño en el arte de crear cosas.