‘EL OJO Y LA CENIZA’

Mariano Castro

Ed. Olifante

Cualquier buen aficionado a la poesía que haya buceado siquiera un poco en la obra de Mariano Castro --y si es buen aficionado lo habrá hecho-- sabrá que sus versos son a menudo el resultado de una contemplación. El ojo y la ceniza, publicado por Olifante, no es una excepción; sin embargo, mientras que en otros de sus libros el autor quería compartir el objeto de esas contemplaciones, en este caso parece centrarse más en el hecho mismo de contemplar, de mirar.

En el ejercicio de esa observación es donde adquiere todo su sentido el ojo que mira desde el título; pero también el que va acompañado de la ceniza. Y he aquí otra constante de la poesía de Mariano Castro que no podía faltar aquí: la oposición de contrarios, sobre todo en lo que supone una comprensión de la realidad existente. En sus poemas nada es blanco o negro, o más bien lo que es blanco lo es porque existe el negro, y viceversa. Y esa tensión, quizá más bien equilibrio, vertebra su discurso, dotándolo de una sombría lucidez.

El espacio entre el que se tensa la palabra en estos poemas se llena con frecuencia de valiosos hallazgos, que abarcan desde la metáfora desveladora hasta la definición inesperada: La nieve, / como un perro silencioso, / lame estas soledades, es el cegador comienzo de un poema. A Mariano Castro, además, le gusta utilizar un léxico que no desdeña lo poco transitado, pero siempre con el objetivo decidido de alcanzar la mejor expresión: es briófita el alma, se lee al poco de empezar el poemario; el pulso / de este espacio / malagora, dice en otro momento casi testigo del nacimiento de una nueva palabra.

Sobre esos horizontes donde a veces los sentidos dejan de ser fiables, donde la palabra busca su origen inefable y el ojo contempla sin saber se asienta la poesía de Mariano Castro, fiel testimonio de una búsqueda que merece la pena seguir.