Se busca persona feliz que quiera morir, recientemente publicada por Limbo Errante, vuelve Mariano Gistaín a la narrativa, y además con unas características que hacen esta novela inconfundible, personal e intransferible. Siempre ha estado Gistaín muy interesado en asuntos como el progreso científico-tecnológico y cómo influye no solo en el mero acto de comunicación entre personas, sino en el propio conocimiento de uno mismo. Así, las relaciones y la conciencia en los tiempos de la red global podrían señalarse como temas principales de la novela.

Quizá por lo antedicho acudan a la mente nombres como William Gibson o Philip K. Dick. Ciertamente, algo de ellos hay en la novela; pero el ciberpunk de Mariano Gistaín es mucho más cercano, más casero si se quiere, y con bastante más sorna que angustia vital, lo cual no quita para que, en el fondo, toque temas profundos. Gistaín además utiliza un lenguaje vertiginoso, con frases cortas y contundentes, un acertado uso del tono coloquial y unas referencias que hacen pensar en ese conocido eslogan: piensa global, actúa local.

Da la impresión --siempre la ha dado-- de que Mariano Gistaín escribe impulsado por alguna fuerza que le hace que su imaginación rebose y casi no le dé tiempo de reflejarlo todo en un papel. Por eso la novela tiene una apariencia caótica, laberíntica, con personajes que salen y entran, hechos y escenas que pasan a toda velocidad y diálogos que hay que coger en marcha, porque no esperan a nadie.

En la trama aparecen corporaciones de turbios manejos, sociedades secretas de escritores muertos, un relato desaparecido, recuerdos y mentes que viajan de cuerpo a cuerpo vía usb --no siempre con los mejores resultados--, y en el fondo una mirada cálida del interior de nosotros mismos, un lugar en donde Gistaín sabe buscar esas esquinas en las que merece la pena fijarse.

'SE BUSCA PERSONA FELIZ...'

M. Gistaín

Limbo Errante