Tras lograr el Goya al mejor director novel con la futurista Eva --entrañable historia de una niña androide--, Kike Maíllo (Barcelona, 1975) se ha pasado al thriller de acción y a la testosterona en su segundo largometraje, que empezará a rodarse el 26 de enero a partir de un guion de Fernando Navarro (Anacleto: agente secreto) y Rafael Cobos (Grupo 7, La isla mínima). Toro, que así se titula, relata las andanzas de dos hermanos --Mario Casas y Luis Tosar-- enredados en negocios turbios relacionados con el turismo. Su padrino, un implacable y poderoso mafioso --José Sacristán--, dueño de hoteles y casinos de una supuesta Costa del Sol, les complicará la existencia.

Es una película "de tipos duros". Nada que ver con ruedos y cornamentas, aclara el director. Toro es el apodo del personaje de Casas, que lleva tatuado un astado y pretende darle la estocada a la mala vida. "Es un hombre muy honesto pero que en determinados momentos saca toda su bestialidad y fuerza física. Casas es un actor fantástico y le veremos muy alejado de su cliché televisivo", agrega. Veremos, pues, el lado animal de un intérprete que busca dar carpetazo a su etapa de ídolo adolescente.

Actuará por primera vez junto a Tosar --un "actor superdotado que destila verdad", valora un Maíllo encantado con un reparto aún inconcluso--. El policía incorruptible de El niño se meterá en el pellejo de López, un hombre débil, egoísta, manipulador, charlatán... Y desastroso padre de una niña de 10 años.

La película tiene como trasfondo, "la degradación moral y la corrupción" del boom turístico que transformó en los años 70 el litoral malagueño. "El turismo tiene dos caras: la amable, que ayuda a la recuperación, y la de los excesos y la corrupción. Los personajes de la película intentan sobrevivir, durante la temporada baja, con negocios ilícitos", cuenta Maíllo, responsable este año del tradicional anuncio navideño de Freixenet, que ha descorchado alguna controversia por su supuesto mensaje unionista. "No hay ningún código político", afirma el realizador.

PELEAS Y PERSECUCIONES

La acción de Toro, que transcurre durante 48 horas y tiene aspectos de road movie, promete espectaculares persecuciones en coche, saltos y peleas, "como pocas veces se ha visto en el cine español; hay golpes de violencia muy fuerte", adelanta el productor artístico, Toni Carrizosa, que advierte cierta semblanza entre el personaje de Toro y el de Ryan Gosling en Drive: "Tiene algo de Doctor Jekyll y Mr. Hyde. Es un joven educado, amable y callado, que saca toda su violencia cuando se le cruzan los cables". Casas, avanza Carrizosa, mostrará más músculo que nunca. "Se ha puesto supercachas, y está haciendo clases de conducción y de coreografías de luchas. Quiere interpretar el máximo de escenas".

Con el mismo equipo técnico y productores de la premiada Eva (con otras incorporaciones), el rodaje transcurrirá durante nueve semanas en localizaciones de Málaga, Almería y Galicia, principalmente. La película cuenta con un presupuesto de 4 millones de euros y entre sus productores figura Sergi Casamitjana, director de la escuela de cine ESCAC, la cantera de talentos de la que ha salido desde J. A. Bayona al propio Maíllo.