Fiel a su estilo de camisa negra y mezcla de reflexión y somnolencia al responder a las preguntas, Mark Knopfler (Glasgow, Escocia, 1949) sigue apegado a personajes casi marginales y en ocasiones perdedoresen los que siempre encuentra historias que contar. Ellos son también los protagonistas de su nuevo disco en solitario, Shangri-La , que el lunes 27 se pone a la venta, y que debe su nombre al estudio de los años 60 que hay en Malibú, donde grabó.

En marzo del 2003, Knopfler sufrió un grave accidente de moto del que salió con nueve huesos rotos y con una gran capacidad creativa. Ayer, en Madrid, durante la presentación de su nuevo trabajo el guitarrista manifestó que prefiere mantenerse fiel a su estilo de siempre y lamenta que la gente considere en estos tiempos que "la música se ha convertido en algo prefabricado".

Por eso, Knopfler ha querido que Shangri-La se grabe en un estudio de los antiguos y esté formado por 14 piezas "sencillas", sin sintetizadores ni percusión. Y por eso también una de las canciones, Back to Tupelo , trata de esos jóvenes que quieren conseguir rápidamente la gloria. "Hay mucha gente que confunde la fama con el éxito, y al final gana ese subproducto que es el éxito". Y, sin alterarse, denuncia que "hemos creado una sociedad que es una fábrica de barbies", al tiempo que recuerda el caso español de Operación Triunfo .

El músico reconoce que no podría haber grabado este disco con Dire Straits. "Era un grupo demasiado grande y tenía la sensación de que había perdido el control", afirma.