--¿Cómo surgió la novela?

--Siempre me han fascinado las palabras, es lo que más feliz me ha hecho desde siempre y he sido muy lectora. Yo tenía esta historia doble sobre un periodista actual y un científico en la época de Bárbara de Braganza, y me fue poseyendo un poco como al protagonista del libro.

--¿Qué hay debajo de esa trama?

--Creo que debajo de las historias que contamos están nuestras preocupaciones. Y mi preocupación es cómo nos construimos a nosotros mismos, cómo creemos que somos. Luego, no sabemos porqué nos gusta lo que nos gusta, porqué nos enamoramos de quien nos enamoramos... ¿Y estas dudas las hemos tenido siempre? ¿Y la inteligencia puede resolver estas dudas? Parece muy metafísico pero es algo muy de todos los días.

--¿Por qué vuelve al siglo XVIII?

--Porque entre las cosas que me preocupaban estaba el paralelismo entre ese hombre y el de ahora. El hombre del siglo XVIII pensaba que había llegado al máximo de la tecnología. En el fondo, es lo mismo que pensamos ahora cuando hablamos de clonación o de inteligencia artificial. Y en el fondo, las miserias y las preocupaciones de ese hombre, que es el profesor Rossum en la novela, y ese hombre del siglo XXI, que es el periodista Leo, son las mismas.

--¿Qué le da la literatura que no lo hace el periodismo?

--El periodismo está para contar lo que sucede y para hacerse las preguntas. Y la literatura está para hacerse las preguntas y para poder inventarse las respuestas. En el periodismo utilizo un bisturí para hacer una disección y en la literatura miro por un microscopio y me imagino lo que quiero.

--Está muy atada a la realidad cotidiana. Escribir la novela, ¿ha sido coger aire?

--No me gusta escaparme de la realidad. Me gusta ver la realidad, analizarla y profundizar en ella. Además no creo que la novela tenga que ser un método de evasión.

--Proliferan los periodistas de televisión que se lanzan a la literatura.

--Me llama la atención la extrañeza. Puede ser que haya una coincidencia pero eso se produjo también a finales de los 80 cuando Fernando Delgado ganó el Premio Planeta o Arturo Pérez Reverte decidió escribir novelas. Los periodistas tenemos esa pulsión de contar cosas. Sería extraño que todos los esquiadores de fondo se pusieran a escribir novelas a la vez, pero no que seamos los periodistas.

--Dice que no elegimos muchos aspectos de nuestra vida, ¿le pasó también con la novela?

--Las novelas especialmente nos eligen como lectores y como escritores. Yo veo un libro sobre la epopeya de unos actores que cruzan el Atlántico antes de la segunda guerra mundial en un dirigible y yo me lo compro seguro. No me preguntes porqué.

--¿Piensa que la tecnología llena el vacío de la ausencia que sufren los personajes?

--Es el núcleo de la novela: ¿puede la inteligencia llenar los huecos que tenemos en el corazón? Pensamos que con la inteligencia, con la tecnología que nos rodea, podemos terminar cubriendo todas esas heridas. Al final nos hace más leve la caída.

--Si pudiera mover a su antojo las piezas de la realidad, ¿qué cambiaría en España?

--Esa inteligencia que no sirve para curar las heridas del corazón si que nos vendría muy bien para restañar ciertas heridas de España. Repartiría mucho ánimo de diálogo y de compresión entre los políticos y también entre los periodistas y entre los ciudadanos.