En el segundo capítulo del documental que Martin Scorsese ha hecho para Netflix, Pretend it’s a city, en donde nos descubre distintos ángulos de Nueva York a través de una fuerza de la naturaleza llamada Fran Lebowitz (mujer y judía, lesbiana y lenguaraz, escritora y columnista, crítica de arte y celebrity de la gran manzana), ésta entrevista a su amiga Toni Morrison (Nobel de literatura en 1995) y le pregunta para qué le sirve escribir, después de todo. «Para no quedarme atrapada por la vida, Fran». Imposible de mejorar: el buen arte lo mismo nos sirve para escapar durante unos minutos de la puñetera actualidad de la pandemia o del cambio climático, como de las penúltimas declaraciones de la Pantoja o el descubierto en el banco. Escribir, (o leer, o cantar, o bailar, o pintar) nos sirve a los humanos para sepultar la realidad -ya sea ésta terrorífica o casposa- durante un momentito que te sabe a gloria, ya te pille en el Nueva York de los 90 rodeado de rascacielos, o en las cuevas de Altamira hace más de 15.000 años y cercado por los búfalos.

Por eso, ese personaje indescriptible (menudo look, en el fondo y en la forma) que es Lebowitz (con una capacidad formidable para soltar frases ingeniosas que parecen bofetadas dirigidas al cerebro) afirma que para dedicarte al arte no basta con practicar y mejorar, sino que has de querer ser el mejor, the best, the only one. Mientras tanto y sin que se note mucho, Scorsese -además de partirse de risa con cada opinión descacharrante de su amiga, pues igual le hace de confidente a solas en un café como de entrevistador en un teatro con público- nos dirige con mano diestra y maestra por el Nueva York de todas las épocas, y la setentañera Lewovitz le sirve de excusa perfecta para mostrarnos la arquitectura de la ciudad, la música que la recorre, el mal carácter de los neoyorquinos, o lo que se necesita para superar la dureza de una urbe no apta para corazones ingenuos y tiernos.

Imprescindible verla con subtítulos, seguro que se perderá algo de lo que dicen y no comprenderá todas las referencias que salen de la cultura neoyorquina, pero disfrutará como un enano y sacará en cada capítulo un par de frases memorables de Lebowitz, listas para usar cuando mejor le vengan. Pretend it’s a city puede que no sea apta para todos los públicos, pero llegados a una edad es más que conveniente.