Los montes del municipio pirenaico de Sant Feliu de Veri, en la comarca de La Ribagorza, albergan una cueva de incalculable valor arqueológico, histórico y científico. Hace ya tiempo, casi desde el inicio de las excavaciones en el 2009, que se presentía que el yacimiento de Els Trocs iba a dar mucho de qué hablar. Entonces quizá se llegó hasta a subestimar, porque los investigadores aseguran que esto acaba de empezar. «La cueva va a dar para muchas sorpresas», asevera el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Valladolid, Manuel Rojo, que dirige la investigación junto al arqueólogo del Gobierno de Aragón, José Ignacio Royo.

El primer anticipo acaba de llegar en forma de estudio publicado en la prestigiosa revista Nature Scientific Reports, unas conclusiones que evidencian que la cueva pirenaica fue el escenario de una cruenta matanza hace 7.300 años. Al menos cinco adultos y cuatro niños fueron brutalmente asesinados a la vez. De ellos, un adulto de unos treinta años y un niño de unos seis eran padre e hijo, y los otros tres niños eran de madres diferentes (sus restos no han sido hallados, por lo que los investigadores sugieren que tal vez fueron raptadas).

Lo más sorprendente del hallazgo es que la violencia no finalizó con la muerte de las víctimas. «Les rompieron todos los huesos largos, los restos óseos están esparcidos por toda la cueva y hay signos de muchas contusiones; hicieron como una segunda ejecución, casi como si fuera una especie de ritual aunque no nos atrevemos a asegurarlo», explica Rojo.

En los 50 metros cuadrados analizados hasta ahora -se han desenterrado tres niveles de ocupación de distintos momentos del Neolítico-, se han hallado restos de dos docenas de personas, ya que tras el múltiple asesinato, la gruta continuó siendo utilizada en generaciones posteriores.

El estudio, en el que han participado una treintena de expertos de las universidades de Valladolid, Krems, Basilea (Suiza), la Autónoma de Madrid y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), apunta que esta extrema violencia pudiera tener su origen en disputas por el territorio. No hay que obviar que la cueva, a unos 1.500 metros de altitud, fue un asentamiento estacional pero permanente, ya que la utilizaban como refugio en los meses de verano para su principal actividad: la ganadería trashumante.

El estudio sugiere que el resto de parientes de las víctimas, sobre todo los adultos más jóvenes, se encontraban en otro lugar en el momento de la masacre, «con toda probabilidad en las tierras bajas del valle del Ebro, donde cultivaban el cereal que también está presente en la cueva y donde toda la comunidad viviría durante los meses de invierno». Fue en ese momento cuando fueron atacados posiblemente por miembros de un clan ganadero rival o por algún grupo de cazadores-recolectores local. Cuando los pastores llegaron a la cueva cargados de alimentos encontraron a todos sus parientes asesinados brutalmente.

Cuatro de los cinco adultos muestran heridas de flecha en el cráneo, realizadas a poca distancia, y todos presentan un gran número de lesiones en la cabeza y las extremidades causadas con objetos contundentes. Las señales encontradas en los huesos de las víctimas llevaron a los investigadores hace años a pensar incluso en posibles actos de canibalismo, algo que ahora descartan

El hallazgo aún es más importante teniendo en cuenta que es la primera vez en España que se encuentran pruebas de violencia con tanta antigüedad. De hecho, la fecha en la que está datada la matanza es similar a la de otras investigaciones de centroeuropa.

Las conclusiones, además, dan base a las teorías que ven al hombre como un ser violento por naturaleza. «Cada vez más ganan peso los indicios de que la violencia es algo inherente al ser humano», indica Rojo.

En la cueva se han encontrado restos humanos de al menos dos docenas de individuos y solo uno de ellos era una mujer, además de avanzada edad. «Esto también avala la teoría de que el ataque se perpetrara para llevarse a las mujeres; todos estos grupos eran pequeños y así se aseguraban no caer en la endogamia y el deterioro genético de la raza», explica Rojo, que recuerda que los neandertales ya raptaban mujeres.

Todo este suceso tuvo lugar hace unos 7.500 años, cuando hombres llegados de Oriente Próximo empezaron a asentarse en la Península Ibérica, trayendo consigo dos grandes innovaciones: la agricultura y la ganadería. Muchos de ellos se instalaron en los Pirineos y las víctimas practicaban la trashumancia.

De hecho, muy pronto toda esta investigación de Els Trocs va a dar lugar a la publicación de otro estudio en una prestigiosa revista en torno a este tipo de pastoreo, un fenómeno que ha constatado el estudio. «A nivel de los restos de fauna encontrados es el yacimiento más rico de la península; hemos encontrado huesos de ovejas, cabras, cerdos, vacas e incluso uros que podrían haber llegado desde la región de Anatolia», explica Rojo, que destaca que todos los restos están muy bien conservados.

La investigación también ha revelado otra curiosa práctica de sus moradores. Al parecer, y para hacer más cómoda la cueva, cubrían con miles de pequeños trozos de cerámica todo el suelo -se han hallado más de 50.000 fragmentos colocados a modo de pavimento- y después lo tapizaban con restos vegetales. «Creemos que ha llegado el momento de parar; tenemos el 50% del yacimiento excavado y tenemos material más que suficiente para seguir investigando y publicando los resultados», indica Rojo, que apunta que ahora todo dependerá de si reciben ayudas o no. «Si es así y contamos con gente podemos tener acabado el trabajo en dos años, pero si no se puede alargar una década», sostiene. No hay que olvidar que los arquólogos ya tuvieron que recurrir el año pasado a una campaña de crowdfunding para acabar su investigación.