Suele iniciar sus respuestas matizando, dudando, negando. Juega al despiste. Las gafas de sol, sin las que desde hace años no aparece en público, tampoco ayudan. Hablar con el cineasta Wong Kar-wai (Shanghai, 1958) significa llevar a cabo una ardua negociación acerca de cuánto está dispuesto a revelar. "No me gusta teorizar en exceso acerca de mis películas --confiesa--, y me asusta comprobar lo mucho que lo hacen los demás. Me muevo más por instintos que por esquemas mentales premeditados, y no es fácil analizar los instintos".

El título de su nueva película, que acaba de llegar a la cartelera española, resulta un código difícil de descifrar. "2046 es el lugar adonde van nuestros recuerdos, las memorias que creíamos olvidadas. Es como una especie de paraíso perdido. En mi película, ese lugar tiene una doble naturaleza: es un espacio mental, por un lado, y es también un objeto, el libro que el protagonista escribe para seguir consciente de cuánto llegó a amar en el pasado".

MIRADA ATRAS

Así pues, aunque revestida de fantasía futurista, 2046 --como toda la obra de Wong Kar-wai-- mira hacia atrás. Es la historia de un hombre que inventa en su cabeza diferentes versiones de la mujer que amó. "Pero ninguno de estos ideales es como ella. La mujer que amó no era ideal, pero, mucho mejor, era real. Eso le llena de melancolía. La pérdida, y el recuerdo de la pérdida, son fuerzas nocivas para el hombre, pero necesarias para sobrevivir".

Quienes conozcan la obra previa del director la conectarán fácilmente con su última película. El personaje principal de 2046 , Mr. Chow, lo era también de Deseando amar (In the mood for love) (2000). "De alguna manera, 2046 es la continuación de In the mood for love, que ya lo era de Days of being wild --su segunda película (1991)--. Supongo que eso las convierte en trilogía. Pero no me gusta considerarlas así. En 2046 están contenidas todas mis películas previas". Cierto, habla de lo que ha hablado siempre su cine: en suma, la eterna frustración del amor. "Mis películas son como hijos míos de diferentes edades, y 2046 es un hijo que está empezando a madurar", dice el cineasta.

Algo ha cambiado entre el Mr. Chow que se enamoraba, huía y trataba de olvidar ese amor en In the mood for love y el Mr. Chow que se aferra al recuerdo en 2046 . Antes era un hombre con convicciones acerca de la familia y el compromiso. Aquí juega a ser un cínico y un mujeriego empedernido.

Eso sí, ahora como entonces está terriblemente solo. "Todos mis personajes lo están. Sus relaciones están destinadas a permanecer como simples momentos irrepetibles. Pero no creo que eso convierta mi cine en un cine pesimista. Mucha gente se pasa toda la vida buscando en vano el amor. Mis personajes, al menos por un instante, lo encontraron".

El director, como sus personajes, también vive de momentos perecederos y de recuerdos idealizados. Queda así claro en su evocación de los años 60, entendible no como recreación fidedigna, sino como manifestación nostálgica. "Tengo un cariño especial al Hong Kong de los 60. Yo nací en Shanghai, y emigré a Hong Kong con 5 años. La ciudad me fascinó, y lo siguió haciendo durante 30 años. Pero tras su devolución a China en 1997, todo cambió allí. Por eso he querido capturar ese momento memorable para mí, ya extinto".

Y es que, aunque de forma solapada, la identidad nacional de la antigua colonia británica forma parte de toda la obra de Wong Kar-wai y, cómo no, de 2046 . "En 1997, China garantizó a Hong Kong que durante 50 años conservaría sus libertades y su modo de vida capitalista. Es inevitable sentir curiosidad y cierta preocupación por lo que pasará cuando expire ese plazo". Ese es, pues, el último de los misterios que encierra el título de su última película.