Solo tres funciones. Ricardo Darín protagoniza desde este jueves y hasta el sábado, a las 20.30 horas, en el Palacio de Congresos de la Expo, Escenas de la vida conyugal, una obra creada por Ingmar Bergman allá por los años 70, dirigida aquí por Norma Aleandro. En esta ocasión, el actor argentino comparte escenario con Andrea Pietra.

-La frase promocional de la obra es ‘La comedia que cambió el concepto de la palabra matrimonio’. ¿Es realmente una comedia?

-(Ríe) Sí, es una comedia dramática. A pesar de tener mucho humor, el humor se desprende de situaciones duras, ásperas, pero más allá de eso, tengo entendido que él (Bergman) lo que quiso es trasladar al escenario un conflicto en la vida de dos personas a lo largo de 20 años, haciéndolos pasar por todos los obstáculos por los que se van encontrando, pero sí, es una comedia.

-El público, pues, acaba riendo por no llorar.

-Sí, me parece que tiene un efecto liberador. Cuando uno ve sobre el escenario planteado un conflicto que nos resulta familiar, cercano o que sabemos de alguien que lo ha vivido, tiene un efecto como una catarsis, poder reírse de uno mismo es liberador.

-Ha interpretado a numerosos maridos a lo largo de su carrera. ¿Cómo es Juan?

-Creo que es bastante extraño y por momentos bastante egoísta, eso es lo que me gustó del personaje, me atraen los personajes que son conflictivos, que no son lineales. Es egoísta, pero luego vamos a notar que tiene una característica que es poco común y es que es muy sincero. En un mundo donde uno sabe de mucha gente que se maneja en la hipocresía, él es alguien que pone las cartas sobre la mesa y dice, me pasa esto. Y eso me parece que lo rescata un poco.

-¿Y el personaje que interpreta Andrea Pietra?

-Es fabuloso, porque tiene un arco de cambios muy grande y muy profundo, pero lo que hay que destacar entre este matrimonio, es que se conocen y se quieren mucho, lo que no les funciona es la estructura matrimonial, la cotidianeidad, la rutina atenta mucho contra la relación de ellos. La prueba está en que se llevan mucho mejor cuando están separados que cuando están juntos.

-Eso pasa también en la vida real.

-Bueno, yo sé en algunos casos en los que sí, pasa bastante (ríe).

-¿Qué tiene esta obra para ser tan actual, pese a que fue escrita en 1973 para una sociedad nórdica?

-Lo que pasa es que los conflictos son eternos. La tolerancia, la intolerancia, la sinceridad son conflictos eternos que no tienen soluciones y no sé si merecen tenerlas. En realidad tiene que ver con las relaciones entre los seres humanos. Estamos plagados de conflictos, a menos que uno decida no pensar. Pero con aquellos que se toman el trabajo de reflexionar sobre sus vidas, es una conflictiva que no va a desaparecer jamás.

-¿Qué hay de usted en Juan?

-Yo creo que nada… algunas cosas sí porque no somos tan distintos unos de otros. Yo creo que lo que le hemos aportado nosotros y no hablo de mí solo sino también en el caso de Andrea, es que en una historia, un libro tan como lo describías recién, tan formal si se quiere, porque fue escrito en la sociedad cerrada de Estocolmo en la década del 70, al pasar por nuestras características latinas adquiere un poco más de fluidez y es donde el sentido del humor prevalece. No me puedo imaginar esta misma representación hecha por actores suecos, seguramente no debe causar tanta gracia como la nuestra, aportamos esa sangre latina.

-Usted lleva desde 2013 interpretando este papel. ¿Ha habido variaciones, actualizaciones?

-Sí, consciente o insconscientemente uno va incluyendo términos, sobre todo porque es una obra en la que giras por países y por diversas sociedades e idiosincrasias, y sí, se va adaptando casi inconscientemente. El conflicto es el mismo desde siempre, pero todo está en movimiento, nosotros también.

-Un Juan y tres Marianas. ¿Qué le aporta Andrea Pietra a la función?

-Lo que le aporta Andrea, y que ha hecho que yo también me tenga que reacomodar a eso, es mucha humanidad. Ella ha construido un personaje femenino sobre el escenario plagado de amor y de humanidad. He tenido otras dos versiones anteriores, una un poco más fría, más volcada hace la comedia; y otra con otra actriz, cuyas características eran más intensas… para decirlo de una manera perfumada. Andrea le ha aportado mucha humanidad. En una obra de dos personajes, cuando uno se modifica, todo el tablero se mueve.

-¿Ha sido un mal marido para ellas o ellas malas esposas?

-No, no han sido ni malas ni buenas, y yo creo que he sido lo mejor que pude a pesar de que he tenido algunas circunstancias bastante desagradables, sobre todo el año pasado (Valeria Bertuccelli le acusó de maltrato). Uno tiene la tranquilidad, la conciencia tranquila en el sentido de que es imposible llevarte mal, mal mal, con tu compañero de turno porque de esa generosidad en el escenario depende que la cosa fluya.

-Norma Aleandro interpretó el papel de Mariana y ahora es la directora.

-Ella es una directora fabulosa porque te otorga herramientas para trabajar con libertad y como muy buena actriz que es confía mucho en los actores. Es apasionante trabajar con ella porque es una mujer muy lúcida y con un gran sentido del humor.

-¿Qué tiene que tener un proyecto para que se embarque?

-Todo proyecto es un desafío y eso es lo bueno para no dormirse. A mí las historias que me parecen movilizantes ya de por sí cuentan conmigo.

-¿Teatro o cine, qué le llena más?

-El teatro es insustituible, es adrenalina pura, es inédito, no interviene la tecnología, es lo más artesanal y es el lugar de resistencia de los actores. De ahí nunca me van a poder sacar, de todos los demás formatos es posible que desaparezcamos, pero del teatro es difícil.

-No para de trabajar.

-Me gusta mucho trabajar, soy feliz trabajando. Tengo la suerte de tener un oficio glorioso, pero después de esta gira voy a necesitar un poquito de descanso y espero tenerlo.

-Vive entre dos países, Argentina y España, que no pasan por su mejor momento.

-Está complicado, a veces hay cosas que no entiendo. Está complicado a nivel mundial, hay muchas cosas que están en juego, intereses, siempre los ciudadanos somos los rehenes de todas las movidas. No hay mucho para hacer más que estar claro de mente y tratar de visualizar las cosas como son y no como nos las cuentan.