María Gimeno ( Zamora 1970) visitó la galería-librería La Casa Amarilla de Zaragoza en noviembre de 2018 con su performance Queridas viejas, un proyecto que inició en 2014 y con el que corregía la falta de mujeres en la historia del arte, centrándose especialmente en el manual de Gombrich, que solo incluía a una artista femenina. Queridas viejas llegó a representarse en el Museo del Prado a finales de 2019, siendo más de 80 mujeres artistas las introducidas a golpe de cuchillo por María Gimeno en La Historia del Arte de Gombrich. El sábado, la autora volvió a visitar La Casa Amarilla, en esta ocasión para presentar la Mesa de trabajo de Abrir palabra por palabra el páramo, un lienzo que comenzó a elaborar en 2013 y que en el que, durante el confinamiento, ha bordado las cifras de las muertes oficiales por el coronavirus sobre la sábana que acoge el cuerpo del conde de Orgaz, pues el cuadro del Greco sirve de fondo al tapiz.

-Usted comenzó a bordar este lienzo en 2013, ¿con qué motivo?

-En ese momento empecé dos proyectos paralelos con los que quería probar que era artista. Era un reto. Había tenido un desencuentro con el arte y tras una reflexión quería poder demostrar que era artista; que una es artista todos los días. Uno de los proyectos era una serie de autorretratos, fotografías que me hacía cada día y que pasaba luego a dibujos. El otro, dar forma a esta pieza en la que iba bordando sobre El entierro del conde Orgaz las fechas del año en distintos colores, según mi estado de ánimo. El lienzo era grande y no lo llegué a acabar, pero un área quedó salpicada de color.

-Tiempo después lo vuelve a sacar del cajón para continuar el trabajo y así ha hecho en varias ocasiones más. Está claro que ahí borda momentos importantes de su vida.

-Sí, lo retomé tiempo después con la Tercera Egloga de Garcilaso, que era contemporáneo del Greco, en la que describe un paisaje en el que las ninfas bordan tapices mitológicos, algo que se parecía mucho a una imagen que se me aparece en mi meditación creativa. Luego, en 2015 me topé con la poetisa uruguaya Ida Vitale, que me abrió la puerta a la poesía y cuyo primer verso de su poema Tarea, Abrir palabra por palabra el páramo, da título a la obra. Y ahora volví a retomarlo porque ví la necesidad de plasmar las cifras de muertos por la pandemia. Me impactaban las cifras que iban saliendo cada día y las fui bordando sobre la sábana que cubre el cuerpo del conde Orgaz. Esta tela ha sido lo único que he tenido conmigo durante el confinamiento. He estado con mis suegros y él enfermó y murió, por lo que de alguna forma he estado tejiendo el duelo no solo mío, sino de todos.

-¿Por qué?

-Porque quería que todo lo que está pasando no se me olvidara. Ha sido, para todos, un cambio de vida drástico. En mi caso he perdido performances, piezas que iba a hacer que tenía previstas como una colaboración con la Federación de Coros... Me había planteado dejar Queridas viejas y embarcarme en otros proyectos, pero la ruptura de la cotidianidad me impresionó, con todos encerrados y gente muriendo. Y fui bordando cifras que se aglutinan y se pierden, que era la sensación que yo tenía, pues se pasa del terror a la costumbre enseguida.

-Usted afronta el hecho artístico desde perspectivas y técnicas muy distintas. ¿qué le llevó a bordar?

- Yo era pintora, pero con la pintura no sabía encontrarme a mí misma para encontrar a los demás y desarrollé otras formas, otras disciplinas. Comencé a bordar en el 2009. El bordado tiene un vínculo con una labor doméstica hecha principalmente por mujeres, aunque no es este el caso. Sí hago mucho petit point y el resultado puede ser incisivo en el mensaje, por las connotaciones de género que tiene. Es un trabajo también más introspectivo pues antes de mirar hacia afuera tuve que mirar hacia adentro y además, este lienzo me ha vinculado a cosas que no esperaba, primero con El Greco, al que admiraba; el Siglo de Oro, Ida Vitale... me ha abierto caminos.

-Está claro que en el lienzo habrá nuevos capítulos.

-Seguro. Además exponerlo me ha hecho ilusión, pues no es normal que una galería muestre una obra inacabada y que no va a vender. Pero como ha habido coloquios alrededor de la pandemia y el futuro, la pieza ha adquirido una dimensión impensable

-Usted concibe el arte de una forma militante, con un compromiso con el feminismo y con la sociedad. ¿Considera que el arte tiene que tener esos objetivos?

-No sé cuál debe ser la función del arte. Hay un arte más frívolo que no me interesa. En lo que a mí respecta, me gusta proponer interrogantes y plantear reflexiones. Mi trabajo parte de preguntas que yo me hago, pero que también se hace mucha gente. Se trata de ponerte ante las cuestiones que nos preocupan para provocar una reflexión, al que quiera mirar claro.