Jordi Sierra y Fabra ha escrito más de 200 libros, en su mayoría destinado a un público juvenil, vendido más de 6.000.000 de ejemplares y ganado 19 galardones. El último, el Premio Abril 2002, convocado por Ambito Cultural de El Corte Inglés y Editores Asociados por su última novela En un lugar llamado guerra . Ayer el escritor catalán presentó por la tarde su edición en castellano y aragonés en El Corte Inglés, y por la mañana, ante los alumnos del colegio Antonio Machado.

"Desde principios de los años 80 empecé a dar charlas en colegios. Siempre he tenido envidia de los músicos porque ven la cara del público, así que me llena de emoción cuando voy a las clases porque les veo la cara a los lectores y puedo discutir con ellos", reconoce el autor de Campos de fresas , una obra que lleva más de 250.000 ejemplares y que próximamente será llevada a la TV.

El Premio Abril hace el número 19 de su carrera, aunque afirma que cada uno "es especial". Ya había publicado en gallego, en euskera o en catalán pero en esta ocasión también en bable y en aragonés. "Esta ha sido la motivación, porque el dinero no puede ser porque lo que te adelantan luego lo descuentan de los derechos de autor", explica. Y añade: "Espero ganar más, porque hay veces que acabas un libro y dices éste es de premio".

En un lugar llamado guerra gira en torno a la relación de un joven periodista que debuta como corresponsal de guerra y de un adolescente que le hace de intérprete. La idea surgió al leer un artículo de noviembre del 2000 sobre un corresponsal y que al llegar al país de conflicto debe coger un lazarillo que le guíe, "así que tomé la idea y le di la vuelta". Esto fue antes de la caída de las torres gemelas y de la invasión de Irak. "Siempre me he adelantado a mi tiempo porque yo me inventé una guerra que luego se hizo realidad".

El autor de Rabia o El joven Lennon sigue trabajando. "Se me ocurren ideas constantemente. Escribir me gusta (lo hace desde los 8 años), para mí es como un orgasmo".

En cuanto al fenómeno Harry Potter , reconoce que leyó los dos primeros. "Está muy bien pero hay cosas que dejan de ser literatura, como vender zapatillas u otros objetos, que pasa a ser un fenómeno comercial. Eso a mí me desbordaría y espero que no pase nunca", dice.