‘Matar a un ruiseñor’, cuyo protagonista, Atticus Finch, quedará en la retina cual Gregory Peck, «cambió el curso de las letras estadounidenses y ayudó a promover el diálogo sobre el movimiento de los derechos civiles», señala el músico y escritor John Niekrasz. Premio Pulitzer en 1961, 30 millones de ejemplares vendidos y única obra que Harper Lee publicó en más de medio siglo, la novela tuvo un espaldarazo definitivo gracias al escritor Michael Brown, quien se alzó en su mecenas. Los presentó un amigo común, Truman Capote, íntimo de la autora desde la infancia, cuando eran vecinos y compañeros de clase. Ella tenía 23 años, se había mudado a Nueva York para abrirse paso y trabajaba en una aerolínea. Brown, llegado de Tejas, se había casado con la bailarina Joy Williams. El matrimonio, que invitaba a menudo a Lee a su casa, descubrió que «era una escritora que llegaba a las profundidades del alma». No dudaron en regalarle la paga de un año para que dejara el trabajo y se dedicara solo a escribir. No les defraudó.