La ciudad califal de Medina Azahara, ubicada en Córdoba, fue ayer declarada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco durante la reunión celebrada en Baréin, lo que permite a la capital cordobesa sumar hasta cuatro distinciones patrimoniales (la Mezquita Catedral, el Casco Histórico y los Patios).

La ciudad la fundó el primer califa de Al-Ándalus, Abderramán III, de la dinastía Omeya, en el 936, siete años después de proclamar el Califato de Córdoba, el de mayor esplendor político, social y económico de la España musulmana y que hizo de Córdoba la ciudad más avanzada de su época en todo el mundo. La ciudad que brilla, tal es el significado de Medina Azahara, quedó reducida a ruinas menos de cien años después de su construcción y borrada de la historia, ya que fue destruida y saqueada durante la guerra civil que puso fin al Califato de Córdoba en el año 1010, un expolio que perduró con la reconquista cristiana y con el auge elitista en la capital cordobesa siglos después. No fue hasta 1911 cuando comenzaron las primeras excavaciones.