Aunque retrata a un grupo de señoras mayores que montan un grupo de cheerleaders, Mejor que nunca apenas incluye tres escenas de cheerleading. Es una película, pues, que no tiene interés en ser lo que supuestamente es. Tampoco se molesta en dar explicaciones lógicas sobre el comportamiento de sus personajes, ni en desarrollar los hilos narrativos que abre, ni en ofrecer más que un momento vagamente cómico cada diez minutos de metraje. Parece contentarse con existir, apoyada en una premisa que finge celebrar el empoderamiento de la mujer madura y en varias actrices de renombre. Lo cierto es que esas actrices merecen más, y nosotros también. NANDO SALVÀ