Bien sabido es que Al Capone, «enemigo público número uno» para el FBI e imagen del gánster por excelencia, responsable directa o indirectamente de 400 asesinatos, solo cumplió condena acusado de evasión de impuestos en el penal de Alcatraz, de donde salió para morir mermado por la sífilis. Eso fue en el año 1931. Antes hizo carrera gracias a su mentor, Johnny Torrio, también conocido como Terrible Johnny, Johnny el Cerebro y Johnny el Inmune. De él aprendió el negocio criminal un Capone con «inteligencia callejera», escribe el escritor y diseñador Dave Zackin: tras ser uno de sus recaderos en Nueva York, dirigió uno de sus burdeles, fue su aliado de confianza y finalmente su socio, controlando el alcohol, la prostitución y el juego en Chicago. Hasta tal punto se fiaba de Al Capone, que después de sufrir varios intentos de asesinato (sobrevivió a disparos en la mandíbula, pulmones, ingles, piernas y abdomen) se retiró y le cedió su imperio mafioso, que generaba unos beneficios de aproximadamente cien millones de dólares al año.