Metrópolis (1927), de Fritz Lang, y Blade Runner (1982), de Ridley Scott, han marcado los grandes conceptos de arquitectura y diseño visual en cuanto al cine ambientado en distópicas ciudades del futuro. El año que acaba de comenzar sigue perteneciéndoles de un modo u otro. Ayer se conmemoraron los 90 años de la presentación oficial en Berlín de la cinta de Lang. El próximo mes de junio será el 35º aniversario del estreno en Estados Unidos del filme de Scott (a España llegó en agosto de 1982). Y en octubre se estrenará Blade Runner 2049, la continuación que ha realizado Denis Villeneuve con Ryan Gosling, Jared Leto, Ana de Armas y Harrison Ford, quien recupera su personaje del cazador de replicantes Rick Deckard.

Metrópolis fue una auténtica superproducción, la más cara emprendida nunca por UFA, la compañía que rigió el cine mudo alemán: costó seis millones de los antiguos marcos alemanes. Lang imaginó la que sería su urbe del futuro cuando llegó a Nueva York por mar, la noche del 4 de octubre de 1924, y vio el skyline de la ciudad. En mayo del siguiente año empezaba la filmación de lo que el director definió como «la historia de la ciudad del año 2000. Los obreros viven 10 pisos bajo tierra y el amo de la ciudad vive arriba: todo era muy simbólico». A Lang, no obstante, no le gustaba el discurso del filme sobre la unión de la burguesía y el proletariado para combatir el mal uso de la ciencia, encarnado en el mad doctor que idea un robot con forma femenina para boicotear la revuelta obrera.

El rodaje se extendió hasta octubre de 1926. Los decorados creados por Otto Hunte, Erich Kettelhut y Karl Vollbrecht (quienes ya colaboraron con Lang en la creación escénica del siniestro mundo del doctor Mabuse en 1922) mezclan expresionismo, art decó, el toque exótico del cabaret Yoshiwara, la influencia del cristianismo en los mítines clandestinos de los obreros y el estilo gótico de la catedral. La fábrica fue diseñada como un escenario dantesco, con su evocación del dios Moloch, y el empleo del metrónomo ayudó a marcar la cadencia hipnotizada de los obreros que avanzan maquinalmente hacia sus lúgubres puestos de trabajo.

Los estrenos

La triunfal puesta de largo de Metrópolis tuvo lugar el 10 de enero de 1927, en el Ufa-Palast berlinés ante 2.500 invitados, entre ellos el canciller del Reich, Wilhelm Marx. La première de Blade Runner no concitó tanta expectación, pero el éxito en taquilla del filme de Scott fue más fulgurante que el de Lang. El diseñador industrial e ilustrador Syd Mead concibió una ciudad de Los Angeles del año 2019 (Metrópolis estaba ambientada en el 2026: dos futuros aún no superados) inspirada tanto en aspectos de la película de Lang (caso de los vehículos voladores) como en elementos de cine negro, la arquitectura más horizontal de Los Angeles y San Francisco y el eminente carácter pluricultural: los bares de sushi bajo la lluvia ácida y los neones.

Una ciudad que era creíble en el momento del estreno del filme y lo sigue siendo en la actualidad. Scott quiso hacer un trabajo realista de ciencia ficción: «Las modas no cambiarán muy drásticamente en 40 años. Si haces una historia futurista, a menos que des un salto de 100, 200 o 300 años, no verás una conversión tan espectacular». Mead y Scott pensaron que, en el futuro, sería más práctico situar en el exterior de los edificios el cableado de la electricidad, el teléfono o el aire acondicionado para, en caso de avería, acceder mejor a los mismos. Así concibieron su ciudad del futuro.

Otra cosa emparenta las dos películas, además de su influencia estética al alimón en títulos como El quinto elemento (Luc Besson, 1997), Dark City (Alex Proyas, 1998) y Minority Report (Steven Spielberg, 2002): las distintas versiones que han circulado de ellas. Metrópolis debía durar originalmente 205 minutos, de los que se exhibieron 170. Para la distribución estadounidense se eliminaron 50 más. La versión de 1984 no llegaba a la hora y media, y aún más corta resultó la discutible versión con música electrónica de Jeff Mills del 2000. Desde el 2001 circula una copia restaurada que ha recuperado 26 minutos del metraje perdido.

Blade Runner cuenta con cuatro versiones: el montaje original y el internacional de 1982, el director’s cut de 1992 (que sugiere que Deckard quizá sea un replicante) y el montaje final del 2007, que soluciona digitalmente las impurezas de los efectos analógicos originales.