Naji Hakim protagonizó ayer junto a Marie-Bernadette Dufourcet la primera de las dos sesiones del VI ciclo Navidad en Santa Engracia, organizado por la Junta municipal de distrito Centro y coordinado por la organista zaragozana Esther Ciudad. Hakim (Beirut, 1955) presentó una pieza propia a la que ha llamado Villancico aragonés, y que es fruto de la pasión que este músico sintió por la jota nada más escucharla. Durante años, fue el organista titular de la basílica del Sagrado Corazón de París, y en el año 2007 el papa Benedicto XVI le condecoró con la insignia Augustae Crucis.

-Tengo entendido que su devoción por nuestra tierra se gestó en una visita a Zaragoza durante la Semana Santa de hace algunos años.

-Ocurrió de forma muy sutil. Mi visita a Zaragoza durante la Semana Santa hace cuatro o cindo años fue como un nuevo bautismo para mí. Vine simplemente con curiosidad por ver cómo, comparativamente, se celebraba aquí la Semana Santa y para mí fue una gran experiencia espiritual que nunca podré olvidar. Mi vida después de la visita a Zaragoza no es la misma. Fue una conversión profunda.

-¿Qué sabía de la Semana Santa zaragozana antes de venir?

-Mi mujer es española, de Asturias, y yo sabía que la Semana Santa en España, de forma generalizada, es algo muy especial. Es muy festiva con muchas procesiones. Ella me había propuesto venir pero yo nunca podía por mi trabajo como organista en Francia. Pero cuando paré de trabajar me decidí y vine con ella.

-¿Y en aquella visita se gestó Villancico aragonés?

-No. El villancico lo hice en agradecimiento a la señora Esther Ciudad. Ella me llamó de parte de un amigo común, que se llama Pablo Eulate, y por la manera en la que me habló, tan respetuosa y amable, inmediatamente pensé en escribir para navidad el Villancico aragonés para ella y así agradecerle su forma de tratarme. Vivimos en un periodo de la sociedad en el que la gente no sabe hablar con respeto.

-¿Y dónde buscó la inspiración para componer esta pieza?

-Estuve un tiempo escuchando diferentes villancicos tradicionales de Aragón y me acordé de las jotas que yo ya había escuchado durante la Semana Santa que pasé aquí. Se me puso la piel de gallina. En ese momento entendí lo que ya le había ocurrido a Mijaíl Glinka, el padre de la música rusa, cuando vino aquí. Estuve a punto de llorar mientras escuchaba jotas. Y fue así como me inspiré para crear el Villancico aragonés.

-¿Cómo definiría la pieza que ayer estrenó?

-Es muy difícil describir una pieza (ríe). A Beethoven una vez, después de tocar una pieza, una señora le preguntó qué quería decir aquella melodía. Y lo que hizo Beethoven fue sentarse otra vez y tocar de nuevo la canción. La música ha de entenderse por sí misma. Pero lo que sí te puedo decir es que la jota me ha encantado. Ya me dijo mi suegra una vez que la jota es el baile más elegante que hay en España. Y estoy de acuerdo con ella.

-¿Es fácil atraer a la gente a un concierto de órgano?

-De lo que estoy seguro es de que Esther Ciudad ha hecho un gran esfuerzo para que hoy (por ayer) venga mucha gente. El órgano se asocia con las bodas, los funerales y con la iglesia, pero no está presente en la vida secular. Pero el órgano es un instrumento como los demás, aunque es cierto que en las iglesias alcanza una dimensión misteriosa. Se puede bailar con la música de los órganos, y no es pecado, porque así lo establece el salmo 150: todo el que respira que alabe a Dios con instrumentos.

-¿Es fácil que los jóvenes se decidan a tocar el órgano?

-Yo creo que sí porque esa es mi experiencia personal. Yo decidí aprender a tocar el órgano cuando tenía cuatro años y todavía me acuerdo de la primera vez que entré en una capilla en Beirut y escuché un órgano. Yo no sabía que era ese sonido, pero lo entendí a la primera. La música fue tan inspiradora que me atrapó desde aquel momento. En mis conciertos la gente entra muy seria y quiero que se vaya sonriente, como me pasó a mí.

- ¿Echará de menos Zaragoza?

- No, porque nunca me iré de aquí. Mi corazón desde mi primera visita a esta ciudad se quedó para siempre en Zaragoza. Es así.