En Alcohol de quemar Miguel Mena ha recuperado un suceso que en su momento "me impresionó mucho". Pongámonos en situación: Fiestas de un pueblo de la comarca de Calatayud, verano del 91 y cuatro muertos "por una discusión absurda y por una borrachera". Un padre de familia discute con dos jóvenes. Horas después, estos van a su casa y le prenden fuego provocando cuatro muertos.

Ese hecho le marcó al periodista madrileño y volvió a su mente al leer las memorias del escritor James Ellroy, que contaba un caso "idéntico" que había sucedido cuando era chaval en California. También unos borrachos discuten en un bar, los echan y vuelven con gasolina y le pegan fuego y matan a seis personas. "Lo que me chocaba mucho --cuenta Mena-- es que los chicos que hicieron esto en Zaragoza estuvieron poco más de cuatro años en la cárcel hasta conseguir el tercer grado y los de EEUU fueron condenados a muerte". Ese contraste tan grande de dos hechos iguales "y dos juicios tan extremadamente distintos" es de donde parte el interés del periodista y escritor por "indagar más".

Los hechos, las penas impuestas y los cumplimientos son reales, e incluso el juicio de Zaragoza está reflejado "fielmente" --aunque "no he puesto el pueblo en el que ocurrió"-- pero todo lo demás es ficción y los personajes son inventados porque "no es un ensayo". La historia está contada desde el punto de vista de uno de los supervivientes del suceso aragonés. "Creo que tiene mucha más fuerza contada en primera persona y por alguien que ha padecido uno de estos problemas". Miguel Mena considera que si la narrara un observador externo "hubiera sido muy distinta, y quizá no una novela sino un libro-reportaje". Para escribir Alcohol de quemar, Miguel Mena se ha metido en la piel de un superviviente y es "inevitable sentir cierta empatía" por la sensación de injusticia que han vivido pero "es duro ponerse en la piel de la gente que ha sufrido tanto".

"HACE PENSAR"

La novela reflexiona sobre las "barbaridades que podemos hacer cuando perdemos el control de nuestros actos" por culpa de alcohol o drogas, y de ahí "Alcohol de quemar porque algo que sirve para divertirse acaba provocando un incendio". Pero también se reflexiona sobre el "vivir con esa carga" tanto por parte de las víctimas como de quien las ha causado, sobre la justicia, sobre el olvido, el rencor, la venganza, la pena de muerte, pero sin ser "moralista", ya que ha pretendido "exponer los hechos"; y de hecho la gente que lo ha leído dice "que le ha hecho pensar".

Acaba de salir a la venta, y la familia de las víctimas "no la han leído pero una de las hijas del matrimonio que murió me ha dicho que la va a leer" y una amiga de los "chicos que provocaron el incendio" sí que lo ha hecho y "le ha gustado e impactado". Mena dice que da "un poco de vértigo" pero "es mi responsabilidad y lo asumo".