El director Mike Cahill, que hace tres años obtuvo de manera inesperada el premio Méliès de Oro a la mejor película fantástica del año por Otra tierra, ha vuelto a sorprender gratamente en el Festival de Cine de Sitges con Orígenes, en la que plantea el eterno dilema razón-espiritualidad.

Orígenes arranca en el momento en el que un estudiante de biología molecular especializado en la evolución del ojo humano, interpretado por Michael Pitt, conoce a una chica, Sofi, cuyo iris ocular tiene la capacidad de cambiar de color.

Cahill confesó ayer que su posición personal es bastante parecida a la que expresa Sofi: "Igual que hay unos gusanos ciegos que no ven la luz que tienen alrededor, esa analogía me hace pensar que quizá las personas no podemos ver lo que hay fuera del universo. Unos días me levanto pensando como el científico y otros como Sofi" y reveló la importancia de las dos facetas.

Cahill reveló que la idea de la película surgió hace doce años cuando empezó a investigar sobre la biométrica del iris y leyó que todos los ojos son únicos como las huellas dactilares, se forman en el útero y se mantienen invariables durante el resto de nuestras vidas.