Izal aterriza mañana sábado (22.00 horas) en el pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza dentro del tramo final de la gira de su cuarto disco de trabajo, Autoterapia. Lo hace con un show diseñado para la ocasión titulado El final del viaje con el que están pisando grandes recintos de la geografía nacional. De hecho, llegan a Zaragoza tras tocar ante 11.000 personas el fin de semana pasado en el Palau Sant Jordi de Barcelona.

-¿Cómo está yendo este largo final de viaje?

-Suena a topicazo porque siempre que hablas cuando te van bien las cosas y hemos tenido la suerte de que en los últimos años solo hemos tenido cosas positivas, al final las frases de ‘increíble’, ‘el final de gira soñado’... hasta aburren. Pero qué maravilla tener que aburrirnos de decir que las cosas están yendo de la forma que nunca pensamos que pudieran ir. Entre nosotros, siempre ponemos un poco en valor que somos conscientes del milagro.

-¿A qué se refiere?

-Seguimos siendo conscientes de lo difícil, rozando lo imposible, que es que un grupo autogestionado desde el principio, que desde los comienzos tuvimos que luchar mucho, picar mucha piedra, sin el apoyo de una multinacional ni de medios de comunicación masivos, consiga todo esto. Que es que la gente por sí misma, por el boca a boca sea capaz de generar una trayectoria profesional en el mundo de la música como la que hemos tenido la suerte de vivir . Por eso, está bien que sigamos hablando de ello y siendo conscientes del milagro.

-Obviamente me va a decir que no tienen el secreto porque si no todo el mundo lo haría, pero ¿se han parado a pensar cómo ha podido suceder todo esto? En Zaragoza, por ejemplo, la progresión es de tocar en La casa del loco hace cinco años al pabellón Príncipe Felipe.

-Ignoro cómo será el caso de otros compañeros, yo puedo hablar de nuestra vivencia. Hombre, obviamente, secreto no hay, no hay fórmula mágica si nos referimos a eso. Creo que en nuestro caso, cuando nos paramos a pensar cómo ha sucedido todo esto, al final siempre llegamos a conclusiones muy sencillas. Y es que nuestras canciones, las canciones que en este caso yo componía en mi casa para mí mismo, enseguida dejaban de ser para mí mismo y las hacía suyas un montón de gente diferente, y esta es una de las claves, de ambos sexos, de todas las edades, de todas las circunstancias sociales… En nuestros conciertos lo que vemos es que esas canciones han llegado a cerebros completamente diferentes entre sí. Mucha gente se ha sentido conectada a nuestro lenguaje y esa es una de las claves de todo esto, que tanta gente y tan diferente hayan hecho suyas nuestras palabras y nuestra música.

-¿Cuánto esfuerzo hay detrás de Izal? Todos los miembros llegaron a este proyecto con otras trayectorias detrás. Es decir, no salen de la nada.

-Detrás de todo esto hay mucho trabajo también, es otra de las claves. Siempre decimos que la suerte también juega pero tiene que encontrarte trabajando que es una de las frases que más nos gusta porque es real. Obviamente no hemos tenido grandes desgracias que pudieran truncar nuestra carrera, cosas que pueden pasar, y también hemos estado en el momento adecuado en el sitio adecuado pero eso está bien porque lo que significa es que hemos estado en muchísimos sitios y en muchísimos momentos. Es la conjunción de muchas cosas, mucho trabajo, mucha fe, mucho intento de ser perfeccionistas en todo lo que hacíamos... Al final, el arte no lo puedes diseñar porque si lo haces va a sonar falso y no va a penetrar aunque tu creas que has hecho un estudio de mercado... Te hablo de nuestra forma de sentir la música, claro. Sin haberlo diseñado porque es imposible diseñar algo real y verdadero hemos tenido la suerte de llegar a muchísima gente.

-Se están acostumbrando a los grandes escenarios, ¿han superado ya el vértigo de verse ante tanta gente?

-Siempre hay vértigo... Incluso en este fin de gira que venimos ya con el culo pelado y en el que por primera vez después de 10 años hemos dejado de sentirnos novatos. A pesar de todo lo que ha pasado en estos cuatro o cinco años en los que ya hemos bregado en escenarios grandísimos e incluso cuando ya nos hemos dejado de sentir esos novatos, llega el fin de gira y en Granada estábamos de los nervios, en el Sant Jordi ni te digo... Es que te pones nervioso…

-Algo de nervios antes de tocar en cualquier caso siempre son buenos, ¿no?

-Sí, siempre es bueno. Y lo bueno es que nos ponemos nerviosos pero no nos sobrepasa. En los primeros grandes conciertos rozábamos el palo de sentirnos un poco sobrepasados aunque luego lo disfrutábamos, me refiero a que teníamos un extra de angustia que puede llegar a jugar en contra. Hay una curva donde hasta cierto punto los nervios son positivos porque luego los explotas pero si te pasas de esa línea te puedes agarrotar y darle demasiada importancia y ahí es cuando te supera. Por suerte, ese punto no lo hemos superado y eso está de puta madre porque se trata de disfrutar y emocionar y estar suelto y entregado. Los de esta gira están siendo nervios agradables.

-¿Cómo va a ser el concierto de Zaragoza?

-Hemos querido hacer un show que a todo el que haya visto el resto de la gira le aporte muchas cosas nuevas. Antes de este fin de gira, nos dieron los datos de que nos habían visto ya 500.000 personas en esta gira y, por eso, era importante hacer algo diferente, dar algo a la gente para que pudiera disfrutar con cosas nuevas. Hemos hecho muchos esfuerzos, llevamos tres o cuatro meses diseñando este show donde ocurren varias dinámicas que nunca habíamos sacado a escena, incluso me atrevería a decir que no son habituales en la música, y están funcionando. Según lo visto hasta ahora, hemos conseguido emocionar al público, sorprenderle y que disfrute dos horas y media de show. Estamos muy contentos porque lo hemos conseguido.

-Después de este tramo final, se vislumbra un descanso por fin para la banda, ¿lo necesitan?

-Es algo que teníamos muy claro. Lo hablamos antes de planificar este fin de gira, que por primera vez nos íbamos a dar un descanso real. Y eso significa algo que hasta ahora no podíamos tener, no tener hoja de ruta. Es decir, no acabar el último concierto sabiendo que a los cuatro meses tenemos que entrar en el estudio. Esta vez vamos a descansar hasta que nos aburramos de aburrirnos y estemos otra vez con las pilas cargadas a tope, tanto mental como físicamente.