«Detrás de la sonrisa se funde la trama de las penas». Esta frase que Suzuki le dice a Cio-Cio-San resume perfectamente la ópera Madama Butterfly, de Giacomo Puccini, que mañana estrenan en la sala Mozart la Orquesta Reino de Aragón (ORA) y el coro Amici Musicae junto a un elenco de cantantes de talla internacional. Y es también el sentimiento de los responsables de la coproducción, que calificaron la puesta en escena de «milagro» ya que ha requerido «mucho esfuerzo y mucho trabajo», señaló Ricardo Casero, director musical y director artístico de la ORA, que esta ópera pueda verse en la capital aragonesa. El presupuesto es «ridículo» (ayer durante un descanso del ensayo no dieron cifras pero durante la presentación en marzo hablaron de 120.000 euros) y la calidad máxima, reconoció.

Casero, junto a Emilio López, director escénico, y parte de los cantantes de Madama Butterfly, entre los que se encuentran los aragoneses Isaac Galán, Jorge Francoy Beatriz Gimeno, alabaron la producción que se podrá ver en Zaragoza hasta el domingo y y el fin de semana que viene en Tudela y Huesca.

Una de las novedades de la puesta en escena es la escenografía, ya que en el centro del escenario están los músicos rodeados por una pasarela y en el fondo tres pantallas leds donde se recrean los «pensamientos internos» de los protagonistas, explicó López; y que permite al público que «se meta en la historia», ya que es en esas pantallas donde aparecen los subtítulos. A través de imágenes se ve «la evolución de una niña ingenua» porque en el fondo de lo que se habla es de «turismo sexual» que desemboca en la tragedia de «una niña-madre desesperada» que acaba «suicidándose», señaló.

En cuanto al escenario, la idea es «romper la distancia entre el teatro y el público» que los propios cantantes «envolvieran a la orquesta» dotándo a la pieza de mayor dramatismo.

Carmen Solís e Ilona Mataradze interpretarán a Cio-cio-San. Ambas reconocieron que se trata de un personaje «complicado» también vocalmente porque se ve el paso de niña a mujer y además proviene «de otra cultura», explicó Solís, que señaló que ya ha actuado varias veces en el Auditorio. La italiana Mataradze es la primera vez que trabaja con este equipo, aunque hace 10 años actuó en Zaragoza con Montserrat Caballé. Ahora debuta con este rol que «requiere mucha exigencia» ya que en el primer acto interpreta a una niña de 15 años que quiere conocer el mundo; en el segundo, la ilusión por el amor del americano y en el tercero, «la completa desilusión y el derrumbe del personaje». Las claves para abordarlo las recibió tras estudiar la cultura de las geishas.

La presentación de esta coproducción sirvió, sobre todo, para resaltar el trabajo de los intérpretes aragoneses. Casero hizo hincapié en la necesidad de poner en valor el género y en recuperar a músicos y cantantes aragoneses que «no pueden trabajar en Aragón» y reclamó «apoyo a las instituciones». De hecho no cejará en su empeño de poner en escena la trilogía compuesta por La Bohème -puesta en escena el año pasado-, Madama Butterfly y «al año que viene Tosca».

Isaac Galán, como representante de los músicos de la tierra, reconoció que «hay pocas oportunidades» y se mostró «muy orgulloso de que Aragón tenga «una orquesta como la ORA de tanta calidad», y un director como Ricardo Casero, y de que «se haga ópera en Zaragoza con un gran elenco» y un gran director de escena como el que este fin de semana hará posible la ópera. Su última frase, «una ciudad sin ópera está coja. Hasta que no se haga una temporada de ópera en Zaragoza será una ciudad coja» recibió los primeros aplausos en la Mozart a la tragedia de Madama Butterfly.