Llegó Miquel Gil el sábado al ciclo De la Raíz con su voz marinera y salobre de la Albufera (Catarroja, 1956), una voz robusta y sinuosa, poderosa pero repleta de matices. Gil es el folclore traído a ramas de la contemporaneidad; caminante de interior y navegante de todos los mediterráneos que han sido y son. Y en su canto se siente la nostalgia de las noches de verano, el frescor de la brisa del agua salada, el silencio interior, y el bullicio de un patio de vecinos, los amores de pan y queso, el naufragio de la vida

Llegó Miquel Gil bien acompañado por Eduard Navarro, mago de las cuerdas y los vientos (bandurria, laúd, dulzaina, chirimía) y el preciso bajista Gus Gil para combatir la pandemia con un puñado de canciones hermosas, con letras propias y ajenas. Entre las segundas, las del revoltoso e inclasificable periodista y poeta valenciano Vicent Andrés Estellés, las de barcelonés Enric Casasses (los dos, Premio de Honor de las Letras Catalanas) y las de su colega, de Catarroja como él, Ramon Guillem. Gil se maneja de lujo con los poetas, especialmente con Estellés, al que llama tío (en su acepción familiar, claro). Con escrituras del autor de Llibre de Meravelles cantó Rosa de paper, cuyo texto dedicó Estellés al poeta José Martí, padre de la independencia Cubana, que, por si no lo saben, en 1873 vino a Zaragoza a estudiar Derecho; Un bolero (a l'Alcúdia), que musicalmente se mostró cercano en algunos pasajes al aragonés Bolero de Castellote, y un vibrante Hotel París, cuya delirante letra recitó y grabó Ovidi Montllor en 1977 con el título Una escala qualsevol, en el disco De manars i garrotades.

Las palabras de la hermosa Un silenci Un silencivenían firmadas por Ramon Guillem; y las de Llei Horaria y el bolero-reggae L’amor ès Dèu en barca (otro de los grandes momentos del concierto), por Enric Casasses. Y con textos propios Miquel ofreció Copeo, una seguirilla-bolero (adviértase que cuando aquí hablamos de bolero lo hacemos en referencia a músicas peninsulares y no caribeñas); Cançó Dels Traginers, que Gil grabó con la griega Savina Yannatou; Katá y Primavera. Y así llegamos al final del viaje con este Ulises que un día cantó “Mire la mar camí dels cots vaixells, on lentament transiten els records”. Como dicen en Alcoy para significar que algo es bueno, de primera categoría, lo de Miquel Gil el sábado fue fil de vint.

La tarde la abrió la formación aragonesa Maut con su tecno pirenaico o electro-folk. La verdad es que nos habría gustado que lo que escuchamos el sábado hubiera ido más allá de lo que vimos cuando Maut actuó en Pirineos Sur en 2018. El punto de partida es bueno, pero creo que el grupo debería revisar su oferta actual. Puede hacerlo.