El arte capta la esencia de cada tiempo y refleja los sucesos de los que fue testigo su autor. Las paredes de la iglesia de San Carlos se asemejan a enormes hojas de un libro de historia, con sus curiosidades y misterios incluidos. Unos enigmas que están presentes en las 7 iglesias a la fresca que propone Gozarte como alternativa cultural para este verano. Los otros seis templos son los de San Gil, San Miguel, Santiago el Mayor, San Felipe, la Parroquieta de la Seo, y la visita teatralizada al barrio de la Cartuja Baja. Las visitas se realizan algunos miércoles, jueves y viernes de agosto y septiembre al anochecer.

La lección de la iglesia del Seminario de San Carlos trata de los constantes cambios que ha sufrido. El templo ya existía en el siglo XV, pero no como iglesia cristiana sino como sinagoga. De hecho, era el corazón de la judería, que en esa época se situaba por estas calles hasta que en 1492 esta comunidad religiosa fue expulsada. Tras su marcha llegaron los jesuitas llamados por San Francisco de Goya. Tan solo ocho años más tarde también fueron expulsados, en este caso porque al arzobispo de Zaragoza le molestó que solo obedecieran al Papa. Entonces intervino la hermana de Felipe II, consiguiendo su regreso a los pocos meses. Después de tanto trajín digno de un culebrón, en 1585 la Compañía de Jesús se instaló en la primera construcción relacionada con el seminario: la iglesia de Nuestra Señora de Belén. Aunque fue la historia de nunca acabar porque 182 años más tarde volvieron a echarlos de Zaragoza.

Este convulso periodo queda grabado en la arquitectura del edificio, ya que contiene las características propias de los templos jesuitas: una sola nave, para que no hubiera ningún obstáculo auditivo ni visual durante las misas, y que está orientada al Este, porque Cristo era entendido como el Sol: «Yo soy la luz del mundo, quien me sigue no anda en tinieblas», pronunció. Este único pero enorme espacio está flanqueado por seis capillas tan profundas que cuentan hasta con puertas, construidas para que los alumnos del colegio jesuita pudieran atravesarlas. La presencia de los estudiantes es un detalle que a primera vista puede parecer irrelevante, sin embargo, influyó de manera decisiva en el diseño del seminario. Cada cuadro, cada escultura y cada inscripción están dirigidos a enseñar.

INTERIORES IMPRESIONANTES

Aunque para la guía Regina Luis este resulta «uno de los interiores más impresionantes de Zaragoza», no todas las personas que lo visitan lo disfrutan tanto. Por ejemplo, el pintor barroco español Antonio Ponce escribió que «es como entrar a una tienda de espejero», de lo que se deduce que no le gustó mucho la cantidad de ornamentos dorados. Sin embargo, sí que resultó del agrado de una de las asistentes a la visita del pasado jueves: «Es maravilloso, el trabajo que lleva esto y el dinero invertido que tiene...», comentó. A parte de la belleza, la otra conclusión grupal fue que no parecía una iglesia del Renacimiento, «las innumerables reformas la hacen parecer del todo barroca», explicó Regina Luis, guía de la visita.

¿Qué se cambió en esa reforma barroca? Lo primero fue la capilla de los duques de Villahermosa, «los grandes de Aragón», aunque se centra en la figura de ella, María Enríquez de Guzmán. Según Regina Luis, es «la más espectacular de la iglesia». Y no es para menos porque fueron los propios duques quienesla pagaron y es donde permanecen enterrados. Este espacio se construyó para albergar el sacramento de la comunión. «Parece una clase de catequesis», sostiene la guía en referencia a los múltiples símbolos de la puerta de la capilla. Su interior está plagado de cuadros y esculturas atribuidas al destacado pintor aragonés Vicente Verdusan e incluso al taller del escultor, pintor y arquitecto Gian Lorenzo Bernini. Unos cuadros «un poco raretes», reconoció la guía ya que retratan a santos poco conocidos. Otra de las curiosidades de este lugar son los numerosos hurtos que sufrió en los años 80, por lo que ya solo quedan tres figuras napolitanas en el retablo.

Es la más relevante pero no la única, el Seminario de San Carlos alberga cinco capillas más. En frente de los duques se encuentran los Santos Juanes: San Juan Bautista, primo de Jesús, y San Juan Evangelista, ambos mirando a la Virgen de la Inmaculada Concepción. A ella está dedicado este templo y suya es la imagen que remata la entrada de esta iglesia. La capilla contigua «está repleta de reliquias», indica la guía. Este hecho no responde a un afán de la iglesia católica por estos objetos sagrados, sino «por llevarle la contraria a la protestante, que no les confería relevancia», apunta Regina Luis. ¿Por qué el seminario está repleto de santos? También por contradecir a la rama protestante, que no creía en ellos. Así se desarrolló la época de la Contrarreforma y del Concilio de Trento. Las tres capillas restantes están dedicadas a santos jesuitas: San Francisco de Loyola, San Francisco Javier y San Francisco de Borja. Como en el resto del edificio, las obras que adornan sus paredes enseñan, en este caso, a qué dedicaron sus vidas estos jeusitas.

Lo primero que admira alguien al entrar a esta iglesia es el altar principal, igual de dorado y ornamentado que el resto. En él se encuentra un enorme retablo, aunque no el original ya que este se encuentra en Tarazona. Esta gigante estructura relata los dos primeros pecados: el de los ángeles, y el de Adán y Eva. El retablo también esconde sus misterios, «la Trinidad está plasmada de una forma especial», explica la guía. Las tres figuras tienen la misma imagen, otra decisión tomada con una intención educativa. Esta forma de representación fue prohibida por el Papa Benedicto XIV, excepto aquí en Zaragoza donde se mantuvo.

CURIOSIDADES

Los asistentes terminan la visita comentando las curiosidades que habían descubierto de un lugar hasta ahora desconocido, o en el mejor de los casos habían acudido en una boda. «Este es el objetivo de 7 iglesias a la fresca, abrir las puertas de muchos lugares que normalmente o acudes a misa o no puedes ver», apunta Regina Luis. La clave de esta iniciativa está en los misterios que encierra cada templo, ya que según la guía todas las iglesias tienen algo que mostrar: «Aunque por fuera no lo parezca dentro es una autentica sorpresa», defiende.

Gozarte, organizadora de la visita, va a cumplir 20 años de historia, una andadura que comenzó acercando el patrimonio más representativo y conocido de la ciudad: el Palacio de la Aljafería, el Museo Romano, el museo Pablo Gargallo, el Pablo Serrano. En cuanto a las iglesias solo las más conocidas como la Parroquieta de la Seo y la Basílica de Nuestra Señora del Pilar.