Es el lifting definitivo. El Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) inaugura el próximo sábado su rehabilitada y ampliada sede de Manhattan tras una inversión de 425 millones de dólares y tres años y medio de obras. Y lo hace 75 años después de abrir sus puertas, cuando ocupaba una pequeña planta en un cercano edificio de la Quinta Avenida.

Desde entonces no sólo se ha convertido en uno de los mejores museos del mundo, con una impagable colección consagrada al arte del siglo XX. También ha pasado por varias renovaciones en 1939, 1951, 1964 y 1984 hasta llegar a su nueva, ligera e inmensa estructura actual, obra del arquitecto japonés Yoshio Taniguchi.

"Un laboratorio donde el público era invitado a participar en el arte de nuestro tiempo. Así describieron esta sede en 1939, cuando fue inaugurada", dijo ante periodistas de todo el mundo Glenn D. Lowry, director del MOMA. "Taniguchi ha tomado la metáfora del laboratorio y ha diseñado un museo abierto a la ciudad", explicó en una enorme sala con fotografías que detallan la transformación desde que comenzaron las obras, en la primavera de 2001, un año antes de trasladar la colección al MOMA Queens, donde estuvo hasta el pasado septiembre.

"Mi objetivo era crear un proyecto para el público y el arte en lugar de una determinada expresión arquitectónica", apuntó el arquitecto, que fue elegido en un concurso internacional en 1997.

El museo ocupa por primera vez una manzana entera, con dos puertas principales de entrada conectadas por el vestíbulo y seis plantas, la última dedicada a exposiciones temporales. Con la reforma ha pasado de 7.900 a 11.600 metros cuadrados de espacio expositivo, repartidos en una superficie total de 58.500 metros cuadrados, además de un renovado jardín de esculturas, que también es un 20% más grande.