El primer arquitecto español que recibió el premio Pritzker (1996) dio sus primeros pasos profesionales en Aragón a mediados de los años 60 del pasado siglo XX con la construcción de la fábrica Diestre, y desde entonces ha dejado su huella en una tierra a la que se siente unido, tanto por sus raíces familiares, su madre era de Huesca, como por el río Ebro que une su natal Tudela con Zaragoza. Muestra de ello es la exposición Rafael Moneo en Aragón. 1964-2010, que albergará hasta el 5 de enero el Palacio de Sástago y que ayer presentaron, junto al arquitecto, la diputada de Cultura de la Diputación de Zaragoza, Ros Cihuelo; y el comisario de la muestra, Sixto Marín, informa Efe.

«La exposición me ha causado impresión porque han sido capaces de poner un puñado de obras y han acertado en el orden porque me ha trasladado a la importancia que ha tenido Aragón en mi carrera. El conjunto de mi obra en Aragón lo veo ligado a mi vida», reconoció Monero.

Esta es la primera exposición monográfica de las creaciones y proyectos en Aragón de uno de los arquitectos más importantes del último medio siglo y que recoge además varios de sus innumerables diseños de mobiliario como el banco Estocolmo, la silla Panticosa y la mesa Trípode.

«Aragón significa mucho para mí. Mi madre era oscense y la proximidad al río ha hecho que Zaragoza haya supuesto el horizonte que me ha acompañado en mi niñez, mi adolescencia y mis comienzos profesionales», dijo.

En la exposición se contemplan las obras que ha llevado a cabo cronológicamente en Aragón como la fábrica Diestre, en Zaragoza; la Fundación Beulas, en Huesca; la remodelación del balneario de Panticosa; y el último el complejo Aragonia, en Zaragoza; además de los proyectos presentados para la remodelación del casco histórico o el Museo de Arte Contemporáneo en la capital aragonesa y para la reforma de la Diputación de Huesca.

El arquitecto fue desgranando cómo afrontó cada uno de ellos para su intervención e integrarlos en cada de uno de sus entornos específicos y que en algunos casos, considera que pueden servir en los próximos años «más de reflexión académica», como fue el caso del proyecto del casco histórico al que se le dio una solución diferente a su propuesta.

También incidió en la gran plaza del Pilar a la que los zaragozanos seguirán «dándole vueltas los próximos cien años» y sobre la que expresó su convencimiento de la necesidad de «recercar la basílica», que ha reconocido será «complicada» para el profesional que la afronte, que la separe del resto de edificios y monumentos, como el Ayuntamiento, la catedral de La Seo o la Lonja.

Sobre su obra iniciática, la fábrica Diestre que fue «mi primera obra de arquitectura de un cierto alcance», Moneo agradeció que los hermanos Luis y José María Diestre dieran «muestras de inmensa confianza en lo que pudiera ser mi trabajo» porque los arquitectos saben «la importancia que han tenido estas primeras obras» .

Sobre las obras en Huesca y su provincia, apuntó que tanto en el edificio museo del pintor José Beulas como el del Balneario de Panticosa se trataba de «acertar con el tono de la intervención» y en ambos casos «mantener la escala era algo fundamental».

obras de la gente / Del proyecto Aragonia destacó la dificultad de afrontar «lo que era una isla de verdad» y no como el caso de la Illa de Barcelona. Presentaban características similares aunque en el caso de Zaragoza debía convertirse en catalizador para la zona y conseguir que el barrio tuviera «un punto de referencia» y de ahí que fuera «difícil».

Ros Cihuelo destacó que Rafael Moneo es un sobresaliente arquitecto y docente, aunque «probablemente uno de los mayores halagos que se le ha podido hacer es que no tiene un estilo predeterminado» porque su objetivo es que su obra pase a formar parte del «entorno ambiental, de la ciudad y de la gente».

Por su parte, Sixto Marín resaltó que una cosas que hace inédita a la muestra es «su carácter local» porque Moneo es un arquitecto internacional que en sus obras «imprime carácter que trasciende al lugar».