La actriz Terele Pávez, ganadora del Goya a la mejor interpretación femenina de reparto por la película Las brujas de Zugarramurdi y reconocida como una de las más grandes intérpretes españolas de reparto, falleció ayer en Madrid a los 78 años a causa de un derrame cerebral.

Hermana de actrices (Enma Penella y Elisa Montes) y tía de Emma Ozores, fue reconocida como una gran secundaria y dejó su huella en papeles como su Mauricia en Fortunata y Jacinta (1969), de Angelino Fons, su Celestina (Gerardo Vega, 1996); o la Régula, de Los santos inocentes (1984), de Mario Camus.

Nació el 29 de julio de 1939 en Bilbao, aunque su vida estuvo vinculada a la ciudad de Madrid desde joven. Debutó en el cine con 12 años, en la película de Luis García Berlanga Novio a la vista, y desde entonces su carrera estuvo marcada por la falta de continuidad, con periodos de alejamiento de las pantallas y regresos con papeles importantes.

En los últimos tiempos, se había convertido en una actriz fija de las películas de Álex de la Iglesia, en El bar (2017), Mi gran noche (2015) y, antes de Las brujas..., en Balada triste de trompeta (2010), La comunidad (2000) o El día de la bestia (1995).

«Álex contactó conmigo en un momento en el que yo no trabajaba y nos caímos bien desde el principio: los dos somos zurdos y de Bilbao y tenemos sentido del humor. Siempre ha sido muy tierno conmigo, pero también es respetuoso con todo el mundo, algo que me gusta, eso es amor para mí», remarcó en una entrevista en octubre de 2016.

Terele Pávez, actriz de gran tradición familiar, con cerca de cien títulos en su filmografía para cine y televisión, también destacó en la escena y una de sus últimas interpretaciones fue en ¡Mamáááá! (2010), aunque antes protagonizó La casa de las chivas, de Jaime Salom; Madre caballo (1997-1998), una adaptación de Emilio Hernández de la bretchiana Madre coraje; y Fedra.

En televisión trabajó, entre otras, en las series Cañas y barro (1978), de Rafael Moreno Marchent; La barraca (1979), del argentino León Klimovsky; La huella del crimen: las envenenadas de Valencia (1985), de Pedro Olea; El Quijote (1991), de Manuel Gutiérrez Aragón; y, en los últimos tiempos, en la serie de TVE Cuéntame cómo pasó.

La intérprete, que se denominaba «una jubilada con pensión», no escondía que siempre había sido una mujer de izquierdas, una «zurda arreglada», porque de pequeña no le dejaban escribir con su mano izquierda y le enseñaron a coger el lápiz con la derecha, lo que para ella fue algo muy duro. «Me salvó el ballet», decía.

Una de sus últimas distinciones fue el título de hija adoptiva de Castilla-La Mancha, que recibió el pasado 31 de mayo.