Germán Redondo, más conocido como Germán Opelli, el decano de los payasos aragoneses, falleció ayer a los 87 años de edad víctima de un cáncer de hígado que le había sido detectado hacía tres meses. «Ha muerto siendo payaso», decía ayer María Pilar Bellido, Mirian, quien fue su pareja artística y lo ha sido también sentimental en los últimos 24 años. «Al principio de entrar en el hospital entretenía y hacía reír a las enfermeras, luego ya un poco más deteriorado, decía frases como ‘¡Venga Mirian, preparada, que tenemos que salir!’. Sin duda ha muerto siendo payaso», comentaba ayer María Pilar Bellido.

Alentado por el que después fuese utillero del Real Zaragoza, Chomin, comenzó a participar con él en espectáculos en los colegios. En 1959, Germán Redondo formó junto a Enrique Benedí el dúo teatral Los Opelli, sin duda la pareja de payasos aragoneses más internacional. Benedí, fallecido en 1999, era el 'carablanca', y Germán Redondo, el 'zapatones' o el de la nariz roja.

Trabajadores uno en Tudor y otro en Giesa, abandonaron sus puestos de trabajo para lanzarse a la aventura de ser payasos. Hicieron giras con el Circo de París, con el de Australia, con el Circo Nacional de Bélgica, con el Arzona, con el Azul, con el Coliseum Crone, con el Circo Milán, con el Arizona, con el Zoo Circus. Y fueron en gira internacional con el circo Amar, de Francia, por Marruecos, Argelia, Túnez y Libia.

Precisamente con este circo vivieron una de las aventuras más peligrosas, que a Germán Redondo siempre le gustaba recordar, y que denominaba «el affaire de la O.A.S». Un comando de este grupo paramilitar que luchaba contra los independentistas argelinos para mantener la anexión del país a a Francia atacó al convoy del circo, pues buscaba a una persona que se había escondido en el carromato de los Opelli. Salieron vivos milagro y lo pasaron realmente mal, ya que los terroristas hallaron a la persona que buscaban y lo mataron delante de ellos. Luego, les dejaron marchar.

Tras la enfermedad que impidió ya actuar a Enrique Benedí desde mitad de los 80, Germán Redondo siguió trabajando, con Ángel Monforte, su propia compañera Mirian y un joven Joaquín García Gil, Kiny, dándole la réplica como carablancas en distintas épocas.

«Trabajé con él una temporada, entre los años 1990 y 1992, fue algo puntual, pero lo que tengo claro es que fue un maestro. Germán fue un gran Augusto (como también se conoce a los payasos zapatones), pero hubiese sido un fenomenal clown, un gran carablanca», señala Kiny, que con José Luis Sierra y si hijo Alejandro García forman el trío de payasos Kiny, Serrucho y Jano, que de alguna forma han tomado el relevo a Los Opelli.

«Germán fue un payado clásico, un payaso parodista y musical, pues tocaba varios instrumentos; ahora se lleva el clown, el trabajo gestual, pero ellos eran contadores de parodias», apunta Kiny, quien abunda en que Germán Opelli «fue un referente para los payasos no solo en lo artístico, sino en otras facetas pues fue también un gran empresario que sabía vender los espectáculos por toda España. Y un enamorado de su oficio, sobre el que siempre estaba contando historias de otros tiempos que ayudaban a conocer la profesión a las nuevas generaciones. De hecho, conmigo y con mi hijo teníamos una tertulia pendiente que ya nunca llegará», lamenta.

Germán Opelli, que siguió trabajando «hasta hace 10 meses, que hizo su última actuación en Pamplona», recuerda Mirian, recibió en marzo del 2019 el Premio de Honor en la XI edición de la Gala del Teatro Aragonés.