Diseñador, técnico de sonido, escenógrafo teatral, cartelista publicitario, pero, sobre todo, colaborador como guionista en al menos una veintena de libros de Fernando Lalana, José María Almárcegui (Zaragoza, 1960) falleció el martes de forma repentina en la capital aragonesa. "Nos ha cogido de sorpresa, pero es verdad que en los últimos tiempos su salud no era buena y padecía del corazón", lamentaba ayer Lalana.

Almárcegui inició estudios de Medicina, que abandonó y se dedicó a actividades varias, muchas relacionadas con el mundo del arte en varias facetas. En 1984 inició sus colaboraciones como guionista y, en ocasiones, ilustrador con el escritor Fernando Lalana. En 1990 fueron finalistas del Premio Lazarillo con el libro La bomba, mientras que en 1991 lograron el Premio El Barco de Vapor, por Silva y la máquina Qué, editado en Ediciones SM. "Más de 300 personajes que le deben la existencia, están hoy de luto", escribía ayer Fernando Lalana en su blog.

Lalana explicaba a este diario que conoció a Almárcegui "de niño", si bien fue trabajando en el grupo Teatro Incontrolado cuando se trabó realmente su amistad. Desde entonces comenzaron a colaborar. "Solíamos hacer una vez al año algo juntos, aunque ahora hacía un par de años que habíamos parado, aunque seguro que lo íbamos a volver a hacer", apunta el escritor.

Y es que, señala Fernando Lalana, José María Almárcegui "tenía un universo muy personal y me planteaba siempre historias muy diferentes a las que yo suelo abordar en solitario. Siempre eran historias de los años 60 y 70, de cuando éramos chavales, y se apartaba de las historias de otros escritores que se centran en la actualidad. En las de José María nunca había internet, ni teléfonos móviles, eran de otra época", cuenta.

Era también "un gran creador de personajes y, además, en Cañones de Zaragoza se reveló como un documentalista fantástico", dice Lalana, quien concluye con un apunte: "Era una persona peculiar, amante del ciclismo y de escuchar la radio en francés; se prodigaba poco, apenas estuvo en un par de presentaciones de los libros que firmamos juntos, incluso había quien me preguntaba si realmente existía o era un invento mío".