Nina Simone falleció ayer a los 70 años en su casa de Carry-le-Rouet, una estación balnearia de la Costa Azul francesa, donde residía desde hace años. Su agente confirmó la muerte, sin especificar las causas, en un escueto comunicado. Su última aparición en el escenario tuvo lugar en el 2002 en Polonia.

Considerada una de las voces femeninas más personales de la música popular del siglo XX y una gran luchadora por los derechos civiles de los negros, Simone pasará a la historia como una de las artistas más libres y comprometidas.

Su voz, igualmente cálida en el jazz, el pop, el blues y el gospel, quedará para siempre en las decenas de discos que grabó desde 1959. Pero si hubiera que fijar su trayectoria en una canción, ésa sería My baby just cares for me , que triunfó en todo el mundo en 1984, 30 años después de ser grabada gracias a un anuncio televisivo de perfume francés.

Eunice Kathleen Waymon, su verdadero nombre, nació el 21 de febrero de 1933 en Tryon, Carolina del Norte (EEUU), una población segregacionista. Era la sexta de ocho hermanos; su padre era obrero y su madre, sirvienta doméstica. Niña prodigio, ya tocaba el piano a los 4 años. En 1943, con 10 años, dio su primer concierto de piano en una biblioteca. Allí conoció sus primeros aplausos y su primer choque con el racismo: en un concierto desalojaron a sus padres de la primera fila para acomodar a un grupo de blancos. Este episodio marcó su compromiso.

Con la ayuda económica de su profesor de música pudo estudiar en la escuela de música Julliard de Nueva York, y de allí su familia se trasladó a Filadelfia, donde intentó conseguir una beca, pero fue rechazada por el color de su piel. Para mantener a su familia empezó a trabajar como cantante en 1954 en un club de Atlantic City. Fue entonces cuando cambió su nombre por el de Nina (tomado de la palabra castellana niña) Simone (de la actriz francesa Simone Signoret).

En 1959 grabó sus primeros discos para el sello Bethlehem. En ellos dio muestras de su talento como pianista, cantante y compositora. I love you Porgy , de la ópera Porgy and Bess , de Ira y George Gershwin, le lanzó al estrellato y vendió un millón de discos. Desde el principio, su repertorio se llenó de jazz, gospel, blues, soul, clásica y pop de origen diverso, en una amalgama cálida y expresiva.

La influencia de Duke Ellington fue patente en toda su obra, pero muy especialmente en este tipo de composiciones rebosantes de improvisación y espiritualidad. La cantante logró la complicidad con un empleo intencionado de los silencios y minimizando el acompañamiento. Su voz a veces sólo susurra, pero luego grita o gime, transmitiendo todas las sensaciones del alma humana.

No le gustaba que le encasillasen en el jazz, porque decía que es el destino natural que los blancos reservan a los músicos negros.