Un recorrido desde el siglo XIII al XXI a través de la imagen de Cristo en el arte, con gran protagonismo del Crucificado como símbolo del Cristianismo. Esto es lo que propone el Alma Mater Museum en la exposición La imagen del Crucificado en el arte diocesano desde el siglo XIII, que inauguró ayer el arzobispo Vicente Jiménez Zamora y que permanecerá abierta hasta el 13 de mayo. La muestra se incluye dentro de la programación con la que la iglesia de Zaragoza está celebrando el séptimo centenario de su elevación a archidiócesis.

Hasta el siglo V solo se representaba la cruz y no fue hasta el siglo VI cuando apareció la figura de Cristo ya muerto en la cruz, explicó Domingo Buesa, director científico del Alma Mater Museum, que presentó la exposición junto a José María Albalad, director de Oficia; y Jaime Sanaú, ecónomo diocesano; quien hizo hincapié en que esta muestra permite «ahondar en la condición humana».

La exposición incluye una docena de Crucificados, obras de «referencia», desde la primera, datada en el siglo XIII, una cruz parroquial que procede de la iglesia de Cabañas de Jalón, que se encuentra en la parroqua de La Asunción de La Almunia de Doña Godina; hasta la más actual, un Cristo en la Cruz que Manuel Miñarro realizó en el año 2014 para la Cofradía de las Siete Palabras.

Entre ellas, reconoció Buesa, una selección de piezas elegidas según un criterio temporal, «el siglo, y por tanto el estilo»; y porque «representan ideales estéticos y religiosos que transmiten la piedad en cada momento». Por eso, señaló que aunque es una «exposición de reducidas dimensiones», están represenados todos los siglos y estilos y así el público puede cómo ha evolucionado la imagen de Cristo a través del tiempo».

VERDADERAS JOYAS / Domingo Buesa explicó que en el románico se presenta a un «cristo triunfal»; en el gótico, uno «doliente»; en el Renacimiento, uno «sereno». El barroco, «lo distorsiona y aparecen las calaveras» a los pies de la cruz; y en el siglo XVIII y XIX Cristo se convierte en un elemento devocional; perdiendo tamaño para entrar en las casas». Y ya en el XX vuelve «con fuerza la imagen de Cristo». Entre las piezas, Buesa destacó el Cristo doliente de Encinacorba, que ya aparece con la cabeza caída; o un Cristo articulado que permite convertirlo en Cristo yacente; o el firmado por Damian Forment del siglo XVI, donde «interesa la estética y el tratamiento humano». Y en cuanto a las más recientes, una Cruz (que se convierte en el crucificado) de Javier Sauras (2013), y el Cristo de Miñarro, que el artista realizó a partir de un estudio minucioso de la Sábana Santa, reproduciendo las proporciones del cuerpo que aparece en ella.

Junto a estas piezas se exponen un Cristo yacente, una representación de La Dolorosa, una reliquia del Lignus Crucis; una Biblia sacra de 1581 y un misal romano de 1886.