De norte a sur y de este a oeste, el planeta entero llora la muerte de Gabriel García Márquez, el Nobel colombiano, creador del realismo mágico que llevó a su Macondo al cielo literario de la realidad, y que falleció el pasado jueves en su domicilio de México D.F. Un sitio al que, precisamente, cientos de admiradores se han acercado durante estos días para expresar su pesar, muchos de ellos con flores en la mano. Junto a ellos, también han sido muchas las personalidades y los amigos que han acudido para trasladar el pésame a la viuda del escritor.

Los restos del escritor ya han sido inicinerados, según informó el Consejo Nacional mexicano para la Cultura y las Artes (Conaculta), que, sin embargo, no dio más detalles acerca de cuando ni dónde a petición de la familia del Nobel que solo quiso hacer públicos que fue incinerado "en privado". García Márquez murió a las 14 horas (en México) del pasado jueves en su vivienda del sur de la capital mexicana, y horas después fue trasladado a una funeraria que cuenta con hornos de cremación, por lo que pudo haber sido allí.

ENTRE MÉXICO Y COLOMBIA También se supo ayer, en boca del embajador colombiano en México, José Gabriel Ortiz, que la intención inicial es repartir las cenizas entre México y Colombia, aunque posteriormente precisó que, en todo caso, la decisión final será adoptada por la familia y, para ello, se esperaba la llegada al país centroamericano del hijo mayor de García Márquez, Rodrigo. "En México se queda desde luego alguna parte, por lo menos, y pensaría que se pueden llevar otras después a Colombia", afirmó el embajador colombiano a la puerta de la vivienda familiar de García Márquez.

Aunque la familia decididó que no hubiera ningún acto ni honras fúnebres por la memoria de García Márquez, sí que se celebrará un tributo mañana en el Palacio de Bellas Artes de México D.F. en el que será el último adiós (y el único público) al escritor de la célebre Cien años de soledad. Los restos del escritor tendrán una guardia de honor, el último turno de la cual lo harán los presidentes de los dos países, Enrique Peña y Juan Manuel Santos.

Rosas, girasoles y hasta un arreglo enviado por la cantante colombiana Shakira han ido llegando durante estos días a la casa mexicana en la que vivió Gabriel García Márquez. Pero también banderas colombianas en honor a la nacionalidad del escritor, y compatriotas que en las últimas horas han querido acercarse a la vivienda, en el barrio residencial de Jardines de Pedregal, para rendir un último homenaje al autor. Carlos Eduardo Quiroga, de 36 años, un colombiano que vive hace 13 años en México, fue uno de los que se presentó ante la casa de Gabo para depositar en una esquina del portón un pequeño ramo de rosas amarillas. Esa flor era la favorita de García Márquez. En los últimos cumpleaños, cuando aparecía para saludar a los periodistas el 6 de marzo, solía llevar una rosa amarilla en la solapa.

«SE ESTABA APAGANDO Y YA» / Pero no solo hubo flores. El director del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), Jorge Sánchez, se presentó con dos bolsas negras en las que llevaba plátanos machos y tortillas de maíz hechas a mano, dos de las comidas favoritas del autor. Sánchez dijo que mantenía una amistad de cuarenta años con el escritor, y en las últimas semanas estaba viendo que su salud se estaba deteriorando, en un proceso que no era «nada extraordinario». «Se estaba apagando y ya, así, tal cual, sonriendo siempre, con el ánimo arriba», añadió.