Rita Indiana dice de su nuevo disco, que «contiene canciones para el fin del mundo». Por otra parte, Prince, en Sign O’ The Times, su disco de 1987 que ahora se reedita, nos habla de una pandemia que también tuvo al mundo en vilo. Signos de los tiempos, pues, con músicas distintas que saltan de un continente a otro.

Nada es convencional en Rita indiana, artista y escritora de la República Dominicana, autora de novelas tan vigorosas como La mucama de Omicunlé, y autora de dos discos: El Juidero, registrado en 2010, y el reciente y espléndido Mandinga Times (FAMA). Eduardo Cabra (ExCalle 13) produce este artefacto en el que colaboran el mexicano Rubén Albarrán (Café Tacuba) y el dominicano Kiko El Crazy), uno de los reyes del dembow, meneo jamaicano que forma parte del reguetón.

Rita reside en Puerto Rico, pero su apuesta es transnacional. Su compromiso con la identidad queer y con el mundo produce textos sólidos, y su paseo por el merengue, el rock, el bolero, la bachata y la música de carnaval construyen un universo sonoro polirrítmico y, por su resolución, rigurosamente contemporáneo. Pasen y escuchen este disco para el fin de los tiempos.

Como País de Sham se conoce a la región que aglutina a Siria, Palestina, Jordania, Líbano e Israel. Así que el grupo de jordanos-palestinos conocido por 47Soul llama a su música shampstep, o lo que es lo mismo: un puzle armado con raíces sonoras de la región (dabke), rock, hip hop, funk... Balfrom Promise fue su disco de debut, y ahora vuelve a la carga con el álbum Semitics (Cooking Vinyl / Everlasting), cuyo título es una reivindicación global del término), y que está repleto de invitados (incluido el MC chileno-germano Fedzilla, quien suelta unas rimas en español) y de piezas cantadas en árabe e inglés que amplían registros vía Jamaica, que hablan de muros, de gobernantes que dividen en vez de unir, de empoderamiento femenino... Hay aquí no poco trance e incluso un final gozosamente verbenero.

Les evito la literatura que seguramente ya conocen y voy al detalle: el pianista Thelonious Monk grabó este Palo Alto (Impulse / Universal) en 1968, en un instituto californiano. El registro estuvo desaparecido durante 15 años. Apareció casi por arte de magia y ahora se edita. Suena bien y es muy posible que recoja el último directo del cuarteto oficial de Monk: Charlie Rouse (saxo tenor), Larry Gales (contrabajo) y Ben Riley (batería). Es una delicia: de diálogo entre los músicos, de solos brillantes y de interpretaciones antológicas de Thelonious.

La discografía en solitario de Afel Bocoum, músico durante años de Ali Farka Touré, es numéricamente discreta, aunque artísticamente fascinante. Nacido a orillas del río Níger, en Malí, sus melodías fluidas y sus ritmos circulares emergen de la confluencia de las arenas y del gran río. Lindé (World Circuit / Ariola) es su álbum más reciente, y cuenta con Tony Allen, el trombonista Vic Gordon (Bob Marley, Skatalites), Joan As Police Woman con el violín y Madou Sidiki Diabaté (hermano de Toumani) a la kora. O sea: su envolvente blues adquiere nuevas y brillantes tonalidades.

De Malí viene también el grupo Bamba Wassoulou Groove, fundado en 2013 por el ya fallecido percusionista Bamba Dembelé. Desde entonces hasta hoy el panel sonoro de la banda ha cambiado un poco, aunque entre sus guitarras punzantes de tempo rápido aun hay lugar para los teclados de la vieja psicodelia mandinga (Maguett). Así lo escuchamos en Dankélé (Lusafrica), su nuevo disco.

Instrospección, misticismo, cosmología expansiva. Por ahí va The Call Within (Nonesuch), el noveno álbum del pianista armenio Tigran Hamasyan. Jazz progresivo, geometría modal, astrología y folclore... La energía de los planetas llevada a un trabajo actual.

Tras un potentísimo disco de cebut, Ammar 808 (el tunecido Sofyann Ben Youssef, o sea), regresa con Global Control / Invisible Invasion (Gliterbeat), una apuesta de ritmos complejos, dioses y alienígenas, basada en la música karnati del sur de India, grabada con artistas de la región y su inseparable caja de ritmos Roland 808.

Diríase que Bebel Gilberto usa en Agora (Pias) un sutil descreimiento como bálsamo para el dolor de la pérdida. Delicado y contemporáneo, el disco despide ironía y melancolía y contiene piezas preciosas como O que nao foi dito y Yet Another Love Song.

No, esta que nos ocupa no es la versión de súper lujo del disco de Prince Sign O’ The Times (Warner) ; es la más modesta. Esa que contiene el doble disco remasterizado y un tercer CD con caras B, y versiones de piezas de la época en la que salió el que fue exuberante compendio del genio de Mineápolis.