El color y la música inundaron ayer por la mañana la plaza del Pilar y sus aledaños. El motivo de la fiesta era la inauguración del XXVII Encuentro Internacional de Folklore (Eifolk), un acto que atrajo a muchos curiosos que fueron a ver el pasacalles en la calle Alfonso y que a muchos otros pilló por sorpresa. Este año, los países con representación en el Eifolk son, además de España, Argelia, Argentina, Tailandia, Panamá y la Federación Rusa, cuyos grupos tuvieron ayer una primera toma de contacto con el público zaragozano, al que mostraron sus vestimentas y bailes tradicionales. Este festival se prolongará hasta el domingo y, además de a Zaragoza, los grupos también viajarán a Zuera y Binéfar.

A las 11.30 de la mañana, después de haber depositado ante la Virgen del Pilar unas flores como símbolo de paz, los grupos comenzaron a desfilar desde la calle Alfonso a la plaza del Pilar. Desde el primer momento, el público bordeó al pasacalles, haciendo costoso al resto de los transeúntes abrirse paso por las aceras. A la cabeza del desfile, como no, las jotas iban marcando el paso con la bandera de Aragón al frente. Hasta ese momento, los viandantes no parecieron mostrar mucha sorpresa, pero todo estaba por llegar.

encuentro exótico / Si las jotas y el sonido de las castañuelas no se hizo desconocido para nadie, los tambores y las flautas de los representantes de Argelia hicieron que aparecieran las primeras caras de asombro y admiración. Las bailarinas, envueltas en sedas y joyas, movían con rapidez sus caderas mientras ellos las acompañaban con palmas y saltos.

En segundo lugar, Argentina fue de las agrupaciones que más fans congregaron. Una familia de argentinos que reside en Zaragoza les siguió por todo el recorrido, y según declararon, les resultó muy «emocionante ver un pedacito de Argentina aquí en España». El grupo de bailarines lo conformaban casi una veintena de sonrientes jóvenes que cantaban al unísono canciones tradicionales mientras bailaban por parejas con floridas faldas y pesadas botas de piel.

El punto más exótico lo puso Tailandia, cuyas bailarinas hipnotizaron al público con sus lentos movimientos de manos, que seguían el compás de los sonidos metálicos de los platillos. Como acompañante, los tailandeses recorrieron el trayecto junto a una especie de ciervo blanco gigante dentro de la cual había dos personas moviendo a la criatura.

Tras ellos, la alegría de los panameños contrastó con la firmeza de los rusos, que vestían pesados y elegantes trajes verdes, poco acordes con la estación del año en la que nos encontramos. Para su suerte, el calor ayer no fue insoportable, algo que seguro que hizo que el público les acompañara con mucho más gusto.

«A mí siempre me habría gustado viajar, y ver esto me alegra», dijo Concha, de 81 años, que vio todo el pasacalles antes de que llegaran a la Plaza del Pilar, donde les estaban esperando las autoridades. Allí, tras un intercambio de regalos entre el alcalde y los grupos folclóricos, Fernando Rivarés, concejal de Cultura, recordó que «Zaragoza es ciudad de paz y acogida».