La música, ya se sabe, es un negocio muy duro, una carrera plagada de obstáculos como el éxito, el fracaso o el vicio. Y la reacción de muchos artistas frente a ellos a lo largo de la historia no ha sido otra que desvanecerse, desaparecer víctimas de la banalidad de la fama, la adicción, la locura o, simplemente, la obligación. La rocambolesca e increíble vida de Ike White, condenado por asesinato y suicida, entre otras muchas cosas, cuya figura rastrea un documental dirigido por Daniel Vernon que se estrena ahora, es un ejemplo, pero no el único. Aquí rescatamos algunos músicos más de vidas algo malditas.

PETER GREEN

Poco después de introducirse en el LSD y la mescalina en 1969, el guitarrista fundador de Fleetwood Mac empezó a vestir túnicas y se obsesionó con donar todo el dinero de la banda a la caridad. A principios de 1970, en Munich, conoció a una misteriosa pareja que le suministró una mezcla especialmente potente de ácido y, al parecer, le hizo perder el contacto con la realidad, y meses después dejó la banda. Diagnosticado esquizofrénico, pasó años recluido en instituciones mentales. Volvió a la música entre 1979 y 1984, y después se alejó del mundanal ruido -trabajó un tiempo como enterrador-. Su última aparición pública como músico data del 2010.

SYD BARRETT

Responsable del sonido de Pink Floyd durante su primera etapa, quedó dañado para siempre afectado por las drogas alucinógenas. Durante algunos de sus conciertos con la banda británica acostumbraba a quedarse pasmado sobre el escenario con la guitarra colgada del cuello, y el empeoramiento de su estado mental causó su salida del grupo primero y su abandono del mundo de la música después. Se le perdió la pista durante dos décadas, hasta que fue localizado viviendo con su madre. Hasta su muerte, no se lo volvió a ver más que en alguna foto robada en la calle por los ‘paparazzi’.

RICHEY JAMES EDWARDS

Guitarrista de Manic Street Preachers desde 1989, sufría anorexia, alcoholismo y depresión, y era proclive a autolesionarse. El 1 de febrero de 1995 debía volar a Estados Unidos para promocionar el nuevo álbum de la banda británica, ‘The Holy Bible’. En lugar de eso, se borró del mapa. Dos semanas después su coche fue descubierto cerca de un enclave donde eran habituales los suicidios. Desde entonces, hay quienes aseguran haberlo visto en lugares como India o las Islas Canarias. Un libro publicado en el 2019 sostiene que el músico orquestó su propia desaparición.

THE KLF

Agrupados bajo ese nombre, Bill Drummond y Jimmy Cauty se erigieron en maestros del sampleo y pioneros del ‘chill out’, y conquistaron el mundo con sus composiciones de ‘trance’. En 1992, durante su actuación la gala de los Brit Awards, Drummond disparó al público con una ametralladora -eran balas de fogueo- y anunció que dejaban la música, y retiraron su catálogo de circulación -se puede escuchar en YouTube-. Dos años después, quemaron un millón de libras, ycon las cenizas hicieron un ladrillo. En 2017, reaparecieron en Liverpool durante tres jornadas intensivas de actividades en torno a la mitología de la banda.

SIXTO RODRÍGUEZ

Su historia es célebre gracias al documental ‘Waiting for Sugar man’ (2012). En 1972 dejó la música tras el fracaso en Estados Unidos de sus dos discos y, sin saberlo él, sus canciones empezaron a ser un éxito en países como Australia, Botswana, Zimbabue y Sudáfrica. Su caso es distinto: a él lo dieron por desaparecido pero no lo estaba. Se decía que había muerto de sobredosis o volándose la cabeza o quemándose vivo sobre el escenario, o que estaba en un psiquiátrico o cumpliendo condena por asesinato. En realidad, estuvo trabajando en una fábrica de Detroit hasta 1998, cuando empezó a ganar dinero con la música.