Nominado al Oscar por el corto 7.35 de la mañana, Nacho Vigalondo (Cabezón de la sal, Cantabria, 1977) es un director que, hasta ahora, ha encontrado mejor recepción en EEUU que en España. Al menos, así ha sido con sus dos largos: Los cronocrímes y Extraterrestre. Ahora, el cineasta debuta en inglés con Open Windows, coproducción española y estadounidense que se estrena el 4 de julio y que sucede enteramente en internet. Elijah Wood da vida al admirador de una estrella de cine (Sasha Grey) al que un hacker le propone entrar en un juego peligroso.

--Los directores españoles están de moda en Hollywood.

--En realidad, esa apertura al mercado estadounidense lleva ya unos 10 años. Lo que pasa es que es ese tipo de circunstancias que no termina de cuajar en la conciencia colectiva.

--Ser amigo de Elijah Wood (protagonista y coproductor) es lo que le ha permitido rodar Open Windows?

--No. La génesis de la película se sitúa en que después de Los cronocrímes, Enrique López Lavigne (productor de Lo imposible) quiere trabajar conmigo. Me propone hacer una película en la que internet tenga una presencia importante. A cambio, le pido que el filme suceda enteramente en la red. Elijah Wood llegó más tarde al proyecto.

--¿Le dijo que estaba loco?

--No. Éramos amigos y yo siempre he querido trabajar con él. Pero no quería sacrificar nuestra amistad. La cosa salió adelante. Y eso fue porque el guion le gustó. Como productor, nunca me tocó las narices.

--¿Podía haber rodado la película solo con la financiación española?

--No sé qué parte es financiación española y cuál americana, lo siento. Tengo una cabeza muy mala para las cifras. Pero, vamos, si solo hubiera tenido el dinero español, pues hubiera sido otra película. Los filmes tienen que ser inteligentes con el presupuesto que tienen.

--En España llegará la semana próxima, pero ¿se estrenará también en EEUU?

--Sí, este otoño.

--¿Con muchas copias o será un estreno pequeño?

--En EEUU ha cambiado todo eso. Mi anterior trabajo, Extraterrestre, se estrenó allí en internet. Allí lo normal es hacer un estreno limitado en pocas ciudades, pero que la cinta se pueda ver en todas partes gracias a las plataformas online de pago. Lo que aquí no termina de suceder allí es el estándar. Qué rabia que aquí no pase. En España hay muchas buenas películas de bajo presupuesto: Diamond Flash, Ilusión, Mi loco Erasmus... qué pena estos directores estén con la lengua fuera.

--Carlos Vermut (director de Diamond Flash) no habrá visto un euro con la película.

--Vermut y yo hemos patentado el termino triunfracaso. Él lo llama fonditecho. Tocar techo y fondo a la vez. Es decir, tener un reconocimiento brutal y estar con la lengua fuera.

--¿De quién considera que es culpa?

--De todos. De los directores también. Ahora mismo lo que toca es concienciar al público de que consuma cultura de pago en internet

--Hablemos de su película, Open Windows. ¿Cuánto tiempo puede estar usted sin mirar una pantalla?

--Mantengo mis distancias con las pantallas. Este es mi teléfono (saca el aparato, un modelo muy antiguo y rosa). Con esto lo digo todo.

--Sí, pero ahora mismo está mirando su tableta.

--Lo hago porque estoy de promoción de la película y retuiteando lo que puedo. Pero se me acaba la batería y adiós. Soy de la generación a la que le ha venido de golpe y porrazo esta exposición a las pantallas y tenemos que empezar a tomar medidas para que no sea un desparrame.

--¿Qué medidas cree que son necesarias?

--Por ejemplo, carecer de smartphone. Tampoco me permito tener una pantalla próxima si estoy viendo una película. Aunque el cerebro me pida esa dosis de endorfinas que supone ver Twitter. También me fuerzo a leer libros. Nuestros cerebros tienen cada vez más problemas para los textos en profundidad.

--¿Le molesta quedar con su grupo de amigos y que todos estén callados mirando y tecleando sus teléfonos?

--Estoy orgulloso de mis amigos. Eso no suele suceder. Hay que marcarse unas normas. Esa es importante. La otra es no hablar nunca de curro.

--Critica el hecho de que todos sufrimos demasiada exposición a las pantallas, pero Open Windows hace precisamente eso. El espectador ve diez pantallas en una sola escena.

--Es mi forma de plantar cara a una epidemia que sufrimos: el déficit de atención. Es una película que ya tiene su propio déficit de atención incorporado. Es curioso porque exige atención al espectador, pero también trata de aturdirlo.

--Y de inquietarlo.

--Mi película no es un masaje.