-¿Con qué expectativa acude a los Goya?

-Igual que fui a los Forqué; con ninguna. Para mí ya soy una ganadora. Que con mi primera película haya conseguido todas estas candidaturas ya es una revolución para mí.

-¿Qué es lo que más le gusta de su documental?

-Creo que los documentales que cuentan la historia personal de alguien tienen un valor extra. Si además ese alguien abre el corazón a lo bestia pues aún más. Sobre todo en esta época de tanto postureo. Además, la peli es un canto a la esperanza y salir del cine con una sensación bonita está bien. Por supuesto, luego hay temas transversales como la paz la guerra, el arte, la cultura, la transformación. Al final, casi lo de menos es la historia de Ara Malikian, que me sirve de canal para tratar otros temas. Luego, la música es un personaje más y el montaje también me gusta mucho.

-A nivel de lenguaje cinematográfico, ¿tenía claro el estilo?

-Cuando empecé no. Tras el fallecimiento del padre de Ara hace cinco años llegaron a mi casa 25 cajas de material y 79 horas de metraje; todo lo que había guardado durante años. Luego ya tuve claro que no quería contar la Guerra del Líbano con sangre ni imágenes de archivo. Por eso mientras Ara va contando la guerra de su país de hace 40 años aparecen los actuales refugiados sirios.

-¿Es un ‘biopic’ al uso?

Yo creo que no. Me gustaría que si lo ven en un país en el que no conocen a Ara Malikian puedan decir que es la historia de superación bestial de un niño que nació en una guerra y gracias a su violín pudo salir. La historia va de eso, de superación. De cuatro generaciones de una misma familia que han sido salvadas por la música. Ha sido maravilloso porque he podido contar la historia de mi familia. A mi hijo le he dejado un legado brutal.

-¿En qué fuentes ha bebido para este trabajo?

-Bueno, al final te influye todo lo que te rodea. Si me preguntas documentales que me gustan te puedo nombrar el de Amy Winehouse o Searching for sugar man. También Stories we tell us, en el que Sara Poley abre su corazón y muestra su casa, a su padre y su dolor. Recuerdo que cuando lo vimos le dije a Ara que si grabábamos estaría bien abrir el corazón así.

-El proyecto le abrió las puertas a otra faceta artística.

-Para mí fue un despertar como artista. Yo antes ya era actriz pero nunca había cogido una cámara. En estos cinco años he montado la productora, he rodado dos cortos, he hecho anuncios para publicidad y siete videoclips para artistas como Pablo Milanés o Calamaro. Siempre seré actriz, pero ahora estoy enamorada de la dirección y del guion.

-Ya trabaja en otra película.

-Es la historia de una conocida mujer aragonesa que transcurre en los años 20. La estoy coescribiendo con Fernando Navarro y estoy feliz.

-¿El documental podrá verse en las salas de Zaragoza?

-Estamos en ello, espero que a finales de este mes o principios del otro lo consigamos. Pero no está siendo sencillo.